Jacobo Cruz
La foto con que visto esta colaboración, es del amigo Domingo Rodríguez, un campesino muy optimista, alegre y dicharachero de la comunidad Sauceda de la Borda, que conocí realizando labor de aporque en su parcela de frijol, que consiste en acercar tierra a las plantas para favorecer mayor arraigo radicular, mejor humedad y la eliminación de las hierbas no deseadas.
Aquel día comentamos varias impresiones sobre el trabajo del campo, entre ellas las grandes extensiones de tierra que tienen los campesinos de Zacatecas y otros estados del norte, en comparación con las pequeñas superficies de los agricultores de estados como Puebla. Los primeros siembran muchas hectáreas, lo que les da la posibilidad de cosechar mayor cantidad de granos, pudiendo vender la mayor parte y guardar lo mínimo para el autoconsumo, mientras que en entidades como la citada después la producción es esencialmente para la familia; claro que estas apreciaciones no son algo absoluto, porque en ambas latitudes existe la producción intensiva o industrializada, así como la de pequeña escala tanto de temporal y riego.
Con Domingo, también se coincidía en que en los últimos años, la temporada de lluvias es muy irregular, lo que provoca sentimientos encontrados por parte del agricultor, que con las primeras aguas de junio empieza la siembra con gran optimismo, pero “ya es mucho riesgo, a veces se pierde todo; unos años no se recupera ni siquiera la semilla”, como pasó el ciclo agrícola anterior en Zacatecas.
Pero en este 2024 las cosas se veían mejor, llovió a inicios del mes de junio dejando buena humedad y los labriegos movieron sus tractores para preparar la tierra; unos escogieron su semilla guardada, otros tuvieron que comprarla en el mercado y para completar acudieron a las instalaciones de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), dependiente de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), donde se ofrecía semilla certificada de frijol.
De acuerdo a las reglas de operación, este apoyo federal fue de hasta 28.60 pesos por kilogramo y hasta 30 kilogramos por hectárea, pudiendo ser apoyados por hasta cinco hectáreas por productor. Este precio considera 3.60 pesos para tratamiento de la semilla, y con gran esfuerzo los agricultores a pequeña escala pudieron hacerse de algo de simiente que fue sembrada con oportunidad, germinó bien; sin embargo dejó de llover por cerca de un mes, provocando el siniestro de una gran superficie, como lo han dado a conocer productores afectados que nuevamente piden al gobierno federal y del estado que se destinen recursos para atender la actual contingencia.
Apenas el pasado 29 de agosto, un grupo de afectados brindaron conferencia de prensa para advertir sobre el riesgo que se cierne otra vez sobre la producción de temporal, además de exigir al gobierno que ponga en marcha un programa que sirva de respaldo a los campesinos en caso de un siniestro, lo que no tiene otra posibilidad más que se restituya el seguro catastrófico que fue eliminado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que cuando estaba activo respondía con unos mil 200 pesos por hectárea, lo que permitía recobrar una parte de la inversión.
Además, los agricultores centraron su exigencia para que el gobierno emita la declaratoria de zona desastre ante la posible pérdida del 50% de la superficie sembrada que fue de alrededor de 480 mil hectáreas y de ellas prevén que más de 200 mil se verían con pérdidas. Lo grave de este asunto es que por el cambio climático se ha modificado el régimen de lluvias, resultando en mayor riesgo la siembra de temporal. Ahora es “apostar todo por nada”, como ha sucedido en los últimos años, pero la incertidumbre se vuelve aun mayor por la falta de apoyo gubernamental.
La agricultura extensiva, que es actividad primaria ya no es redituable, lo que en los hechos choca con la propaganda de la 4t sobre la autosuficiencia alimentaria, en la realidad se está provocando mayor migración de los campesinos hacia los centros urbanos al interior del país y al extranjero.
Los labriegos pidieron al gobernador David Monreal que se diseñe con tiempo prudente el programa de rescate al campo, pero que incluya todas las actividades productivas, y de inmediato se apliquen en la creación de empleo temporal. También hicieron énfasis en que la Segalmex aporte dos pesos más en el precio de garantía del frijol de la cosecha 2024, como lo han decidido en entidades como Sinaloa, Durango, Chihuahua y Nayarit.
La falta de recursos en el campo zacatecano lleva también a reflexionar sobre el presupuesto que se ha destinado para la construcción del segundo piso del bulevar, donde se invertirán 3 mil 500 millones de pesos en una obra que un sector importante de zacatecanos considera innecesaria, sobre todo en este año complicado donde además de lo expuesto, las carreteras del estado están destruidas provocando el daño de los vehículos que debe ser pagado por los propietarios, cuando es entera responsabilidad del gobierno.
Esta es la herencia que Morena dejó a lo largo y ancho del país, situación que es admitida por la mayoría de mexicanos, sobre todo por los beneficiarios de los programas de entrega monetaria que callan ante la política de recorte presupuestal y la desaparición de instituciones que servían de auxilio ante emergencias como las que vive el campo en Zacatecas.
Por eso, urge que la población se inconforme y reclame un viraje en la política centralista que aplicó López Obrador y que dará continuidad la mandataria electa, porque es mucha la incertidumbre de los productores agropecuarios que dependen directamente de óptimas condiciones climáticas y de apoyos seguros para producir los alimentos que requiere la población de México.