Otra vez, ¿sexo o género? 1ª de 3 partes.

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wpid-logo-direcciones-195x1105.jpgPor: Luis Villegas Montes

Luego del ir y venir de la transición en el ámbito estatal, luego de los dimes y diretes, luego de cruzar el pantano y mancharme un poquito mi plumaje (“tengo fe en mí”),1 vuelvo al carril de la prudencia con un tema que, podría -sólo podría- considerarse polémico de abordar por quien esto escribe pero que ni jurídica, ni política, ni éticamente, podría reclamárseme a partir de que es estrictamente un tema de derecho familiar, si acaso.

El interés de estas líneas viene a cuento, porque días atrás, en el contexto deldebate público sobre matrimonios igualitarios y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, el sitio de información SDPnoticias publicó el 23 de septiembre de este año un reportaje que denomina: “Esto es lo que sí dicen los libros de la SEP sobre sexo, género y familia”;2 en él se pretende contrastar la información que ha circulado en la red y que, supuestamente, tergiversa esos mismos contenidos.

Lo cierto es que, según la nota, en el libro “Formación cívica y ética” del primer grado y bajo el tema “Necesidades a diferentes edades”, a los alumnos se les enseña a identificar las necesidades de “otras personas de distinta edad, cultura, características físicas, género, creencia o nivel socioeconómico […] Somos diferentes a los demás en muchos aspectos como la edad, el sexo, la lengua que hablamos o el estado de salud”; y en el cuarto grado, en el libro de “Formación Cívica”, bajo el tema de “Niños y niñas cuidan de su salud e integridad personal”, se explica la diferencia entre sexo y género; de hecho se puede leer en él: “Una diferencia que divide a la humanidad en dos partes casi iguales es la del sexo. Si hablamos acerca de diferencias biológicas entre hombres y mujeres, nos referimos al sexo; si son diferencias o expectativas culturales, al género”.

La idea es simple; la idea de “genero” -que es un aspecto cultural- está ineludiblemente asociada con la de sexo -que es un asunto estricta y evidentemente biológico-. Ya lo he dicho antes: Aunque el tema de la discriminación es un asunto serio, no da para que se usen de modo indistinto las expresiones “sexo” y “género”. El sexo y el género son cuestiones diferentes, aunque ambos se hallan en todas partes, interrelacionándose, conformando un sistema unitario de convivencia que encauzan a hombres y mujeres a asumir roles complementarios entre sí, demandantes de responsabilidades excluyentes y que reportan satisfacciones distintas.

Estos roles pueden ser de tipo sexual, condicionados por factores biológicos; y roles de género, determinados por ciertas expectativas sociales, generadas en torno a ciertos tipos de comportamiento que distingue entre “masculino” y “femenino”. Es claro que la naturaleza de ciertas actividades no está determinada por criterios biológicos, sino por lo que culturalmente se define como propio para ese sexo, o sea, por el género.3

Esta distinción entre masculino y femenino es necesaria y útil como prerrequisito indispensable para evitar la segregación, la discriminación o la imposición de ciertas conductas a cierta clase de sujetos solamente por sus características físicas o biológicas; además, con esta postura se asume que los roles de género pueden modificarse en la medida en que la mencionada expectativa social varíe o se altere de manera natural o artificial (construcción cultural como es). Empero, se insiste, tanto el sexo como el género distinguen entre lo masculino y lo femenino. Nada más.

Sin embargo, el gran descubrimiento del Siglo XX en el sentido de que el sexo no era sólo un asunto de procreación, sino de húmedo y sano esparcimiento, trajo como consecuencia una subversión de estas nociones tan simples, tan obvias, de tal suerte que de modo paulatino, pero persistente, ha ido extendiéndose la peregrina idea de que el género admite más de esas dos posibilidades; de modo que por “género”, empiezan a entenderse “roles sociales” diferentes a los dos apuntados. Vamos, como si fuera posible la existencia de un ser humano distinto a la mujer y al varón como tales, entendidos en ambos aspectos complementarios, el biológico y el cultural.

 Continuará…

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Luis Villegas Montes.

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