Por Jacobo Cruz
Este es el cuarto año de gobierno del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el mandatario de México lleva ya 54 meses gobernando y vivimos en carne propia las consecuencias de la política llena de ocurrencias que han convulsionado a la sociedad mexicana, este es el caso de la inseguridad, pues se suman ya 153, 945 muertos en actos violentos, cifra cercana a los poco más de 156 mil registrados durante toda la administración del tan criticado Enrique Peña Nieto; a lo anterior hay que sumarle la creciente adicción al fentanilo y otros estupefacientes que consumen sobre todo las juventudes que están destruyendo al país.
La explicación que tiene el presidente para todos los problemas que no ha podido resolver su administración, es que son la herencia de gobiernos pasados, que es la corrupción de personajes e instituciones las que interfieren en su pretendida transformación y para evitar la inconformidad social ha encontrado la fórmula que no le ha fallado: repartir más dinero mediante las becas y programas “del bienestar”, para que la gente aguante, calle, y defienda su proyecto.
Y de eso ya no hay duda, fue el propio AMLO quien lo confesó en la conferencia matutina del día 4 de enero, ése día dijo que es importante mantener los programas sociales como una estrategia electoral antes que una política social de combate real a la pobreza, porque: “Ayudando a los pobres va uno a la segura porque ya saben que cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos […] es un asunto de estrategia política”.
Por todo esto, el fortalecimiento de los programas de entrega de dinero en este año es definitorio para garantizar el triunfo del candidato oficial en el proceso electoral de 2024 para suceder a AMLO. La persona que el actual mandatario necesita en la silla presidencial es quien le garantice la mayor fidelidad para que le cuida sus intereses y hasta el momento parece ser Claudia Sheimbaum, pues en toda oportunidad se ensalza su labor como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, desplazando a los demás interesados, aunque el lanzarla desde un principio como su favorita puede resultar contraproducente, por lo que de último momento puede cambiar de parecer, tal vez por su paisano y amigo, el Secretario de Gobernación Adán Augusto.
Para estas fechas el partido Morena quiere todo el poder, ante los dos procesos electorales de este año no la tiene nada sencillo, en el Estado de México Delfina Gómez carga con el desprestigio de la corrupción por los moches que hacía como presidenta municipal de Texcoco; y en el caso de Coahuila el candidato consentido Armando Guadiana ha provocado un pleito interno irreconciliable, que los ha debilitado, así que Mario Delgado, líder del morenismo nacional tuvo que llamar a todos a hacer campaña, con la amenaza de que si no van a apoyar a Guadiana, no habrá reelección, ¿qué forma de convencer es esta de la 4t?
Pero todo esto sucede porque Morena se encuentra sumida en una crisis profunda donde los intereses personales y de grupo se imponen al propósito de contribuir al desarrollo de todos y se exhiben como ambiciosos vulgares e incongruentes que les importa sólo el poder y dinero.
Por mi parte, considero que hay un descontento social contenido y callado hasta ahora, así que el gobierno de la transformación tiene las becas como respuesta. Por ejemplo, la pensión para los adultos mayores, que se entrega bimestralmente, es uno de las acciones que más le reditúan la aceptación popular y se proyectó que para el año 2023 todas las personas mayores de 65 años afiliadas al programa recibirían el 25% más de la cantidad que percibieron a lo largo del 2022. Y es que los abuelos tienen influencia en la familia, ahora traen un plástico apantallador, se sienten empoderados y desde luego que defienden a Morena por el dinero que reciben.
Ante la evidente y confesada manipulación de los programas con fines electorales, nosotros no debemos renunciar a la tarea de politizar al pueblo de México para evitar que sea fácilmente engañado, nosotros debemos ser la voz de los que prefieren callar, yo sostengo que urge que la gente sea analítica, crítica y propositiva ante el actuar gubernamental y los problemas que le compete resolver que se acumulan a cada día.
El pasado 12 de abril los antorchistas supimos de la muerte de luchadores sociales que desde jóvenes abrazaron la de los pobres: Conrado Hernández Domínguez y su esposa Mercedes Martínez Martínez, ambos integrantes del Comité Estatal de Antorcha en Guerrero y de Vladimir, niño de 6 años de nombre Vladimir, que era hijo de la pareja. Ahora queda claro que no fue un accidente, sino que fue un asesinato político donde no hay avances en las investigaciones posiblemente para proteger a los autores intelectuales del crimen. Este como miles de casos impunes, también esperan que se haga justicia, exigencia a lo que miles nos estamos sumando desde entonces.
Por todos los problemas que padecemos los mexicanos más pobres, se generan iras y descontento social y conviene que este se encauce ante los gobernantes pues es su obligación atender las demandas ciudadanas, por lo que nuestra lucha en los tres niveles de gobierno deberá continuar, no vamos a convertirnos en cómplices de López Obrador, al contrario, debemos denunciar que a cambio de las becas, el país se desangra, aumenta el desempleo, la pobreza e inseguridad aunque se afirme otra cosa.