EL PACTO DE LA CAPITAL

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Por Gabriel Contreras Velázquez

Todavía no comienza el “nuevo” gobierno municipal en Zacatecas y ya se nota la ausencia de instituciones. Definitivamente, los simbolismos no se le dan al entrepreneur Ulises Mejía Haro, o se le dan lejos de la esfera política, en donde ahora desplegará su intelecto administrativo.

Hace un par de días, las redes sociales trajeron a cuento un detalle mínimo para el ojo no educado, pero llamativo para quienes entienden de lo público. La invitación que circula el estrenado presidente municipal de Morena en la capital, fue despachada cual ágape personal.

“Ceremonia de Toma de Protesta” se lee en la parte alta, seguido de un “MBA Ulises Mejía Haro”. En la cara anterior “Verbena Mexicana. Palacio de Convenciones. 15:30 Horas”. Asiste pues el público a una juerga y no a la instalación de una institución de gobierno.

El desaguisado lo complementa otra pincelada de ingenuidad. Al instalarse el ayuntamiento, rinden (no “toman”) protesta igualmente el o la síndico, y los regidores. En el convite no aparece el nombre de ninguno de los involucrados. Ulises acapara la atención, muestra de su personalidad.

Tradicionalmente, el evento de instalación de las presidencias municipales de la capital se realizaba en diversos recintos que se distinguían por su sobriedad: la presidencia municipal, el Teatro Ramón López Velarde, o el Teatro Calderón.

Ahora, en contraste con el mensaje de “austeridad” de la Regeneración Nacional y la Cuarta Transformación, Ulises elige el fastuoso Palacio de Convenciones, que en promedio implica un gasto de renta por alrededor de 200 mil pesos el día. Y advierte, en trascendidos, que sólo ofrecerán “aguas frescas, frutas y dulces típicos”.

Toda esta señalética dibuja el contorno del siguiente munícipe de Zacatecas. Más recargado hacia el dispendio en la imagen personal, y dejando para después el cuidado de las instituciones, y el gobierno mesurado, que jurará guardar en unas horas más.

Un poco parecido a su cómplice Judit M. Guerrero López. La casi ex presidenta municipal absorbió la figura de la institución en la imagen de la política priista. La capital informaba, vía redes sociales, desde la cuenta de la funcionaria, y no desde la cuenta de la institución. El cabildo era una extensión de, y no un cuerpo colegiado de toma de decisiones.

Algo semejante, también, a lo que le ocurrió a Víctor Carlos Armas Zagoya cuando fue sancionado por la autoridad electoral al promover su imagen personal con publicidad de gobierno. Esas prácticas que obedecen al “culto a la personalidad”, y que la política del México contemporáneo arrastra desde el priismo monopólico.

Así inicia pues el gobierno de “alternancia”, incrustado en un escenario en donde las complicidades entre el PRI y la “izquierda” fueron insoslayables para el cambio de mando. Si los priistas albergaban dudas al respecto del papel que jugó Judit en la elección de 1998, cuando Arturo Romo Gutiérrez cede el poder a Ricardo Monreal Ávila, hoy, sus sospechas suenan más certezas.

En las oficinas del Comité Estatal tricolor tienen en claro el vínculo Judit-Ulises, y de qué manera la alcaldesa operó recursos financieros y materiales del municipio (a través de Susan Cabral Bujdud y otros funcionarios) a la campaña de Ulises. Combustible, mobiliario y personal a disposición de Judit nutrieron la campaña del empresario de las alitas y la cerveza.

Pero el chaquetazo de Judit a Morena y las adulaciones que le destinaría Ricardo Monreal a la presidenta en los eventos de campaña en la capital, son apenas una parte de la afinidad con Ulises. Un enemigo en común amalgama su relación de complicidad: el alonsismo.

La derrota electoral de Antonio Mejía Haro, y el bandazo de Miguel Alejandro Alonso Reyes (ex perredista) al PRI, tienen un significado poderoso en la memoria histórica de Ulises. Operador de la campaña de su padre, vivió en carne propia una elección que se fue a pique una vez que Miguel blindara su futuro electoral con la triada Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray Caso y Pedro Aspe Armella.

Pero como resultado de todos estos elementos que los emparentan, Ulises y Judit buscaron, tempranamente, un acuerdo de no agresión. Todos los huecos y los lunares administrativos pasarían por alto en el proceso de entrega-recepción que está pronto a culminar, y los recursos para la campaña fluirían al bando opositor.

Al ver que el pacto funcionaba y las encuestas daban el triunfo a Ulises, Víctor Miranda Castro y Fernando Becerra Chiw buscaron la oportunidad para emigrar a Morena. La complicidad entonces se consumó.

Ambos, Judit y Ulises, achacarían los problemas financieros a la administración de Carlos Aurelio Peña Badillo, y procederían con discreción en la revisión y evaluación documental del gobierno a punto de salir.

Los intentos han sido poco fructíferos para quienes han buscado a Ulises con la finalidad de entregarle documentación comprometedora. Hace honor a un acuerdo que lo catapultó a la presidencia municipal.

La ciudadanía y la clase política que esperaba un cambio profundo en la capital verá frustrada su sed de justicia ante distintas irregularidades que identificaron en el gobierno de Judit Guerrero.

Entre algunos funcionarios señalados por el desaseo se encuentran César Sánchez Barajas, Susana Medrano Ruiz, Joshua Mendoza Jasso y Susan Cabral. La Cuarta Transformación ya les concedió el perdón.

#Coincidencias: Y como entre pactos te veas, no son pocos los priistas que recuerdan el paso efímero de María Navidad de Jesús Rayas Ochoa por el PRI de Zacatecas. Siempre a la sombra de Claudia y Margarita Reyes Alonso, la suerte de la ex neoaliancista se debe a la familia Miguel.

Gracias a los Alonso Reyes, en marzo del 2015, con la presencia del ex gobernador y de quien entonces se perfilaba como sucesor, Alejandro Tello Cristerna, Navidad Rayas rindió protesta en la cartera del Movimiento Territorial del PRI Zacatecas.

Su carrera trascendió de manera gris, no obstante, en la pasada elección Rayas Ochoa tuvo como pago a la lealtad a los Alonso un lugar en la lista de plurinominales priistas. Ya sin la posibilidad de que José María González Nava pudiera quitarle el control del partido a Alejandro Tello, el traspaso de Navidad cobró factura entre gobernadores y otrora amigos inseparables.

Revestido el suceso de violencia política, en el fondo el distanciamiento Alonso-Tello asoma realidades. No olvidemos a Simón Pedro de León Mojarro, que funge hoy como gestor de la Cuarta Transformación.

Twitter: @GabrielConV

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