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Monumental cinismo del gobierno mexicano al condenar las elecciones para convocar a un constituyente en Venezuela. Y todavía se da el lujo de amenazar con sancionar a su homologo dictador. Quien no lo conozca que se la compre.
Cualquier despistado pensaría que la postura del ejecutivo federal a través del nuevo cachorrito del imperio Trump, es decir, Luis Videgaray, es la correcta. Pero no, y no porque carezca de verdad, sino por el teflón con el que se cubre para practicar la autocrítica.
Estos desvergonzados políticos aztecas se han trepado a la andanada internacional de condenas por lo que le sucede a los venezolanos. Situación definitivamente gravísima por la violación a los derechos fundamentales, por los crímenes de lesa humanidad, la crisis alimentaria y la represión brutal en contra de ese pueblo sudamericano a manos de Nicolás Maduro, otro émulo del régimen castrista. Sin embargo, ¿qué hay de lo acontecido en México en estos últimos cinco años?. Tenemos memoria o nos vale?.
Cuando leí la postura del gobierno de Peña en relación a la evidente burla electoral del domingo allá en Venezuela y encontrar a México en el listado de naciones que desconocen los resultados, no supe si soltarme la carcajada o simplemente llorar.
Encabezados por el policía del mundo (Estados Unidos), la unión europea, Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia, Argentina y por supuesto México, condenaron al régimen de Maduro por socavar las instituciones de su país y eliminar cualquier voz contraria a su dictadura.
De las naciones que se pronunciaron, todas, salvo México, cuentan con instituciones más sólidas que las nuestras para perseguir los abusos y la corrupción de sus gobernantes. En Brasil ha sido condenado el expresidente Luis Inacio Lula Da Silva por recibir sobornos; el actual mandatario, Michel Temer se encuentra bajo investigación; en España, el presidente Mariano Rajoy recientemente compareció por casos de corrupción dentro de su partido, el Popular; Silvio Berlusconi, de Italia, también fue condenado por abuso del poder. En Argentina se investigan las mañosadas de Cristina Fernández y al norte del río Bravo, se despeja la ruta para aplicar el impeachment a Donald Trump.
Por desgracia o por agachados en nuestro país no corremos con la misma suerte de procesar a los presidentes. La pésima imagen que se tiene de nosotros es porque no se ha castigado a ningún tiburón con uñas de los que han saqueado las arcas públicas, burlado la voluntad popular en las urnas, asesinado a indígenas, estudiantes y periodistas. Todos los responsables, sin excepción, se han largado impunes.
Si el gobierno mexicano, entiéndase los tres poderes de la unión, tuviese la misma vergüenza de los países que han procesado a sus gobernantes, prácticamente todo el gabinete de Peña Nieto ya estaría tras las rejas. El poder legislativo ya se hubiese disuelto y el pleno del poder judicial dimitido para devolverle el honor a esa institución.
Qué tanto no daríamos los mexicanos para que la misma enjundia con la que condenan el régimen dictatorial de Nicolás Maduro, se encauzara para castigar en serio los actos de corrupción más visibles de este sexenio, al menos.
Quisiera ver la testosterona implícita en el pronunciamiento de la cancillería mexicana para resolver los crímenes de lesa humanidad cometidos en contra de los pobladores de Acteal, de San Salvador Atenco, de los estudiantes de Ayotzinapa y contra los periodistas. Demuestren que no es pose.
De nada nos sirve que la administración de Peña Nieto se cuelgue de la condena internacional por lo que sucede en Venezuela, a no ser que sea parte de una estratagema para quedar bien con el gobierno de Donald Trump en la víspera de la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLCAN); posicionar a Luis Videgaray como aspirante a la presidencia de la república o simplemente recibir el visto bueno a replicar las elecciones de Edomex en las presidenciales del próximo año.
Como sea, a los mexicanos no nos trae ningún beneficio las posturas hipócritas y cínicas del gobierno federal con relación al gobierno dictatorial de Maduro. Si en verdad quisieran respeto a la voluntad popular y a las instituciones, que comiencen por aplicar en casa lo que tanto les preocupa de Venezuela.
P.D. No voy más lejos, espero que en Chihuahua se recupere la sensatez y la ética de gobernar. No queremos ni necesitamos un gobernante similar a Nicolás Maduro.