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Era cuestión de tiempo, y dependiendo de las necesidades del entorno y los compromisos adquiridos del gobernante federal en turno con su cada cual. Por fin fue recapturado Joaquín Guzmán Loera.
La mañana del sábado 22 fue realmente de mucha intensidad en todos los medios informativos del país y en las redes sociales, que hasta llegué a pensar que se caería el sistema por tanto enlace, pero afortunadamente no sucedió así. Se confirmaba, por los registros de las huellas dactilares que se tenían de él, que una de las personas detenidas en un edificio de departamentos en Mazatlán, era nada más y nada menos que el hombre más buscado por las agencias investigadoras de varios naciones, si, era “El Chapo” Guzmán.
Ya asegurado el narcotraficante más importante hasta el pasado fin de semana, los acontecimientos engrosaban la teleaudiencia. Desde el traslado a ciudad de México, la parafernalia de la presentación ante la lente de los fotógrafos y las cámaras de televisión, de lejitos para diferenciarlo de los circos del sexenio anterior en casos similares, hasta su ingreso al penal de alta seguridad del Altiplano, allá en el centro del país, era la nota grande en meses.
Entre que corrieron los preliminares sobre la recaptura y hasta la confirmación de su identidad, las redes sociales fueron el instrumento favorito de los internautas, periodistas y políticos, para expresar, esencialmente, el beneplácito del aseguramiento de quien es considerado el capo más importante después de Amado Carrillo Fuentes y los hermanos Arellano Félix.
De las horas que pasé frente a la pantalla de mi computadora leyendo todo lo relacionado con semejante noticia, me detuve en algunas que llamaron poderosamente mi atención, porque desentonaban con la euforia del momento, tenían que ver con jóvenes, al menos así parecían en los retratos y las firmas con las que se identificaban: ¡liberen al “chapo”¡, me sorprendieron unas; ¿yo qué madres gano con que metan a la cárcel al “chapo”?; no es el “Chapo”, posteaban otras francamente absurdas. El caso es que muchos, muchísima gente se involucró en los comentarios en las horas posteriores al anuncio oficial de la recaptura.
De lado de los cazadores, obviamente que era su momento, por eso había que presumir el trofeo, y no es para menos. Sin embargo, la experiencia me ha dicho que no todo lo que dicen los gobernantes es cierto, o son verdades a medias. Comento esto porque durante el anuncio oficial en voz del procurador general de la república, Jesús Murillo Karam, apenas si reconoció tenuemente la colaboración del gobierno norteamericano para llegar a Guzmán Loera.
No trato de ser malinchista, como tampoco quiero que se malinterprete la animadversión de políticos de la vieja guardia hacia todo lo gringo, pues comprobado está que nuestras fuerzas armadas, muy particularmente la armada de México, cuentan con cuerpos de élite para atender investigaciones que lleven a la captura o abatimiento de criminales de altos vuelos: No puedo decir lo mismo de la policía federal, ni de los ministerios públicos encargados de expedientes contra exgobernadores y capos de cuello blanco, pero si quiero dejar en claro, porque gústenos o no, la agencia antidrogas de los Estados Unidos (DEA), ha sido clave en esta recaptura y en la detención y abatimiento de otros criminales.
Y como este es el espacio para escribir lo que pienso y lo que siento, para señalar lo que afecta a mi país, también lo aprovecho para reconocer lo que se hace bien, y esta vez, como en otras ocasiones, me siento satisfecho y contento por el trabajo de inteligencia realizado por los efectivos y agentes que lograron la recaptura del Joaquín el “Chapo” Guzmán, con final feliz ya que no hubo necesidad de soltar un solo disparo.
En este ocasión, todos los tonos y matices se expresaron, ya vendrá la calma y el tiempo para analizar a lujo de detalle todo lo que falta por conocer de esta historia. Por lo pronto me quedo con un buen sabor de boca por el esfuerzo realizado por el ejecutivo federal para sacar de las calles a una persona que ha hecho mucho daño a la sociedad.
Reconozco que esta vez se hicieron bien las cosas, y también me quedo con estas reflexiones: ¿realmente la recaptura va a repercutir positivamente en los bolsillos de los mexicanos?, porque esa es la duda que percibo entre los jóvenes, que ven al capo sinaloense una apología de obtener dinero y poder fácilmente, y de desafío al Estado mexicano. ¿Podrán las autoridades recuperar parte de los más de mil millones de dólares que ilícitamente amasó este narco?; ¿se terminará la violencia y regresará la paz a las calles?, digo, porque inmersos en la euforia del momento, escuché decir a gobernadores, alcaldes y funcionarios públicos que este hecho iba a traer la paz. Cuidado con empalagarse.
Sea como sea y haiga sido como haiga sido, parafraseando el expresidente Calderón, en el gobierno de Peña se recapturó al narco más buscado de los últimos tiempos, y eso que no son tiempos de elecciones, si no, buena tunda recibiría la oposición en las urnas.
* A Vicente Fox: ya puedes dormir un poco más, tu gallo te corrigió la plana.
P.D. Una anécdota: en el 2009 fui candidato por el PAN a una diputación federal. Muchos factores influyeron en la derrota del partido y la mía propia, pero sobresalía el descontento generalizado por la violencia generada por la política de confrontación sin cortapisas de parte del presidente de entonces, mientras que un excompañero me decía al ver las encuestas desfavorables: “ojalá que tu presidente atrapara al “chapo”, con eso salvaríamos la elección. Mike, tienes mucho jale.