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En todo México se celebró la detención del exgobernador veracruzano, Javier Duarte de Ochoa. En el estado que gobernó, las expresiones de júbilo fueron notorias en las redes sociales y, en Chihuahua, donde gobernó otro Duarte, éste aun prófugo de la justicia, los panistas festinaron y mostraron ansiedad por la pronta captura del corrupto local.
Tras varios de meses de pasearse por Guatemala, el exmandatario sureño acusado de una infinidad de delitos graves propios de los gobernantes contemporáneos, por fin fue detenido en una localidad a 140 kilómetros de la capital guatemalteca, cuando vacacionaba con su esposa en un hotel de lujo.
La policía de este país centroamericano que ha sufrido como pocos en las tres últimas décadas, fue alertada por la PGR mexicana hace apenas unos días, de la presencia del exfuncionario priísta en el centro vacacional donde fue apresado.
Es justo reconocer la labor y vergüenza de la policía y del gobierno de Guatemala porque a pesar de ser una nación relativamente pequeña en extensión territorial (un poco mayor a la superficie de Durango) y con una población de 16 millones de habitantes, es un pueblo que ha sabido sobreponerse a la guerrilla, que sufre el trasiego de drogas y tráfico de personas; que salió delante de los golpes de estado y que orilló la renuncia de presidentes corruptos.
En el contexto de la captura de Javier Duarte se especulan muchas cosas. Que se da en tiempos electorales para favorecer al PRI (sic); que es con el afán de ligar al presunto góber corrupto con AMLO y Morena (¿?), o para que Peña Nieto y su partido se erijan como paladines de la justicia (WTF).
Los panistas aprovechan el momento y exigen castigo y aplicar todo el peso de la ley contra el corrupto veracruzano. Esta postura inusualmente socorrida por los políticos mexicanos, me transportó en el tiempo. Recordé la firmeza y la vehemencia tan similares mostradas cuando las capturas de Luis Armando Reynoso Femat (Aguascalientes) y Guillermo Padrés Elías (Sonora), ambos procesados por corruptos; las mismas en contra de los diputados federales y funcionarios del partido involucrados en los ¨moches¨. Muy congruentes y convincentes pues.
Los de Chihuahua, decía yo, festinaron en redes sociales. No fueron pocos los funcionarios del gabinete estatal que se dejaron cayuyas por la captura de Duarte de Ochoa, quizás por la similitud de apellido y las circunstancias del desvío de recursos de los que se acusa a César Duarte Jáquez. Extrañamente los panistas que gobiernan la capital del estado son más mesurados en todo lo que respecta al tema de los llamados expedientes Xs, en los que se acusa al exgobernador Duarte y a prácticamente a todo el gabinete legal que lo acompañó del 2010 al 2016.
Aquí hago otro pequeño paréntesis a propósito de la felicidad desbordada de los funcionarios del gobierno corralista, que contrasta con lo que dijera Diego Fernández de Cevallos cuando otro exgobernador en desgracia, Mario Villanueva Madrid (Q. Roo), éste acusado por narcotráfico, que no se hiciera escarnio con su detención -En contra de lo que estoy es del linchamiento y de la vejación contra cualquier ser humano, inocente o culpable-, enfatizó el entonces senador y coordinador del GPPAN, en los inicios del 2001, en pleno proceso del malogrado funcionario priísta.
En conclusión amables lectores. La captura del exgobernador de Veracruz, la segunda importante en menos de quince días si consideramos al de Tomás Yarrington (Tamaulipas), envía señales positivas a quienes deseen verlos así, desde adentro y fuera del país. Esta dupla de presuntos corruptos es apenas una probadita de los que se presumen son al menos 20 exmandatarios o en funciones, del PRI, del PAN, del PRD y del PVEM, que han esquilmado las finanzas públicas de casi todas las entidades federativas y se han coludido con el crimen organizado.
Para muchos estas capturas de pesca parecen de charales, porque se espera, desde hace muchísimo tiempo, ver tras las rejas a los verdaderos tiburones de la transa grande, es decir, al presidente de la república y a sus secuaces de altos vuelos. Tal vez por esta razón, entre la población común se desconfía de las detenciones por percibirlas como pirotecnia mediática y no como una verdadera cruzada contra la corrupción y la impunidad.
La población azteca, en gran medida, está más informada y conectada con lo que sucede en otras latitudes, eso infiere que si en Corea del Sur, el mismo Guatemala o en Brasil, los presidentes son enjuiciados por actos de corrupción significativamente menores a los que se presume se cometen en México, por qué acá apenas son llevados a juicios los gobernadores. Esta es una realidad que exhibe nuestra pútrida cultura democrática y la simulación del estado de derecho mexicano con la de otras naciones supuestamente inferiores en desarrollo global.
Como sea, me parece que estos pasos, aunque muy atrasados, son positivos. Tampoco significa que podemos mandibular, palabra muy utilizada por un exdemócrata empedernido hoy convertido en particular de un patán, sin el sustento de la objetividad y la autocrítica.
Enhorabuena por poner tras las rejas a los corruptos. Solo falta que queden firmes las sentencias a la brevedad y se recupere lo robado. Otro destino que no sea eso, es simulación y demagogia pura.
P.D. En espera a que el gobierno puro de Chihuahua publique, sin trabas, los ingresos brutos y netos de toda la nómina gubernamental que lo acompaña hasta el cuarto nivel. Que el congreso local, el poder judicial, los órganos desconcentrados y los descentralizados, hagan lo propio. Postergarlo, es ser atoleros de falanges.