EL PODER POLÍTICO ES EL CULPABLE

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manuelPor: Manuel Narváez Narváez

Email: mnarvaez2008@hotmail.com

La semana pasada referí en mi colaboración semanal titulada: “del repudio al fracaso”, la sospecha de que la presidencia de la república había manipulado las reacciones y el control del gasolinicidio. Hoy me queda perfectamente claro que la imposición del precio de las gasolinas y la cascada de aumentos que le suceden, paulatinamente va asimilándose en el subconsciente de la población. Consumatum est.

Todavía se toman algunas casetas de peaje y oficinas gubernamentales en determinadas poblaciones del país pero nada que signifique un movimiento organizado y estructurado desde la sociedad civil que arrebate el sueño al titular del poder ejecutivo federal.

Debo reconocer que el desvanecimiento de la ira nacional por tan brutal pellizco al bolsillo de los mexicanos ha sido muy rápido. Aún no llegamos a la primera quincena del año y apenas si unos cientos por aquí y  otros cuantos miles por allá se manifiestan en las calles y plazas públicas. Vaya, nada que no haya contemplado el orquestador de la traición al pueblo de México.

En el mismo contexto, pero favorable al interés del presidente Peña, se diluyen los expedientes abiertos a los ´saqueadores´ en los juzgados del fuero común y en las barras de la nota roja de los noticiarios de siempre.

Como colofón de este entramado oficialista, se direcciona la atención hacía presuntos orquestadores e instigadores de la toma de casetas de peaje, bloqueos de vías de comunicación y de los saqueos al comercio, encabezados casualmente por militantes de MORENA y del PAN; los dos partidos punteros para llevarse la elección presidencial del 2018. La SEGOB desconocería horas después la autoría de la lista negra que circuló por las redes sociales y los medios masivos de comunicación.

También, para beneplácito del actual inquilino de los pinos, el peligrosísimo presidente electo de EUA, Donald Trump, anunció en su primera rueda de prensa previa a la toma de protesta el 20 de enero, que México pagará, de una u otra forma, el costo de la construcción del muro fronterizo. Raudo y veloz, con el pecho henchido y casi casi como águila devorando a la serpiente, Peña Nieto reviró: “México no pagará el muro”, considerando tal vez la posibilidad de verse fuerte ante una nación que ya lo repudia.

Si no fuera porque he padecido por varios lustros a este sistema de gobierno anacrónico y obsoleto, le hubiese creído al presidente. Desafortunadamente el descrédito en el que ha caído el gobierno de la república, dicha reacción no mejora la pulverizada imagen de Peña, sí nos coloca a los mexicanos en franca desventaja ante el magnate nazi del siglo XXI, que sin protestar el cargo aún, ya nos corrió las primeras facturas al orillar a la FORD a cancelar multimillonaria inversión en San Luis Potosí; y las que vienen, sentenció.

Por si esto fuera poco, las calificadoras internacionales prevén un entorno financiero adverso para la economía mexicana este 2017. Por su parte,  el todavía presidente mexicano se tira al piso y alardea desde las cloacas que no pretende ser popular con las medidas impuestas, por el contrario, es su responsabilidad como mandatario salvaguardar los intereses bla, bla, bla, bla, zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz. El secretario multifuncional e intersexenal (Calderón/ Peña), José Antonio Meade, ha confirmado el oscuro panorama para este año.

Mientras tanto, en otros cubiles los que sienten cerca la guillotina, o al menos muy cerquita el cadalso, son los corresponsables de derroche transexenal del peculio nacional. En esta semana, cuando algunos intentan enderezar las protestas en contra de los verdaderos culpables del exorbitante gasto público y de la transa grande, algunos  gobernadores, legisladores federales y hasta los semidioses del Instituto Nacional Electoral (INE), han anunciado descuentos en sus salarios, renunciado a vales de gasolina y el desistimiento de la construcción de la sede el organismo electoral, cuyo valor asciende a más de mil millones de pesos. Bien decía la desaparecida India María, ´el miedo no anda en burro´.

Del lado de los ciudadanos, unos cuantos organizados ya entendieron que la vía para darle legitimidad al descontento social no es afectando las vías de comunicación ni absteniéndose de pagar impuestos; la ruta correcta nos lleva a los cabildos, a los congresos estatales, a los palacios de gobierno, a la sede del poder judicial (estatales y federal), al congreso federal, a las oficinas de los organismos electorales, a los inmuebles de los partidos políticos registrados y a las oficinas de representación de los diputados federales y senadores. Es ahí y con ellos donde está la respuesta a nuestras demandas.

Ciertamente esos descuentos salariales que anunciaron el presidente Peña y algunos gobernadores, no tapan el boquete del gasto público ni solventan el déficit fiscal. Tampoco quiere decir que disminuir ostensiblemente los ingresos totales (viáticos, prebendas, privilegios, etc) de los tres poderes de la unión en sus tres órdenes de gobierno, hasta las jefaturas de departamento, por los menos del 50%; no se alcance un ahorro superior a los 80 mil millones de pesos anuales. Casi la mitad de lo que pretende recaudar Hacienda por concepto del gasolinazo.

No podemos seguir permitiendo que estos delincuentes institucionales nos vengan a contar las muelas. Sus extravagantes y desproporcionados ingresos como gobernantes, legisladores (locales y federales), alcaldes, regidores, jueces, magistrados, ministros, consejeros (electorales, de las judicaturas, etc), derecho-humanistas y transparentes, son los únicos responsables  de que el dinero no alcance para los indispensable, menos para gozar de lo que fue nuestra principal fuente de divisas, hoy saqueda.

Estimados lectores, alguna vez se han preguntado ¿por qué son peleados a muerte los cargos de elección popular?; ¿por qué los litigantes aspiran a formar parte del poder judicial (estatales y federal?; ¿por qué se pelean tanto por ser consejeros electorales, pertenecer a  los organismos de transparencia y de los derechos humanos?. Les recuerdo que el poder público mexicano paga muy bien, mucho mejor que en países de primer mundo.

En lo particular no pienso desanimarme pese a que la protesta fue manipulada por la presidencia de la república. Tampoco voy a prestarme para afectar vías de comunicación y sí voy a pagar mis impuestos. Estas acciones de repudio y de desobediencia civil las puse en práctica en 1986 como respuesta al fraude electoral de Chihuahua. Hoy en día ya no tienen sentido porque se supone que vivimos en democracia; además,  la ciudadanía es la más perjudicada, principalmente los menos favorecidos.

Lo que sí voy a hacer es tener muy presente a lo largo de este año y particularmente para las elecciones presidenciales del 2018, los nombres de los diputados locales y federales, senadores, alcalde y regidores, así como de los partidos políticos que aprobaron las “grandes reformas” de Peña Nieto, para recordárselos a los ciudadanos de Chihuahua capital antes de que comprometan su voto. Tengo una excelente memoria, ya lo verán.

P.D. Escuché decir a una edil fresona y al diputado local mejor pagado de Chihuahua, al igual que a una diputada federal de Yucatán, que disminuir los salarios de funcionarios, legisladores y al poder judicial no pintan para juntar un buen ahorro. Yo les aseguro que sí y a las pruebas me remito.

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