*Triunfo ¿Inobjetable?, Fox vs Labastida…
*Zedillo y su “Sana Distancia” Hacia el PRI
Argonmexico / Hay tanto que quiero decirte, hay tanto que no sé cómo empezar… A principios de abril del año 2000, Francisco Labastida Ochoa invitó a colaborar a éste reportero en su equipo de campaña, como asesor en medios de comunicación. Faltaban tres meses para la elección presidencial y me pareció que podría aportar un granito de arena en el triunfo del abanderado del PRI. Un día después de aquel 2 de julio, “analistas” afirmaron haber previsto la victoria de Vicente Fox. Si entonces hubiera existido el recuento voto por voto, casilla por casilla, otro gallo nos cantara…
Pese a todo, objetable o no, la derrota priísta se convirtió oficialmente en una realidad. El pasado viernes 3 de julio, el diario Excélsior publicó una entrevista con el entonces candidato del PRI, quien hace 15 años (por vez primera en 70 años), perdió la elección presidencial como candidato presidencial del partido tricolor.
En la charla con Pascal Beltrán del Río, de Grupo Imagen Multimedia (que aglutina a Excélsior, la televisora Cadena Tres y el Grupo radiofónico Imagen), Francisco Labastida Ochoa reveló de manera “absoluta” que el entonces presidente Ernesto Zedillo “tenía algún interés en que el PRI perdiera las elecciones a la Presidencia de la República”.
El político sinaloense recordó ahora que en 1997 el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados, y el gobierno de Zedillo impuso desde su inicio lo que llamó “una sana distancia con el partido”. Cada año cambiaba de presidente del tricolor; el PRI llevaba 70 años en el poder y tres décadas de malos resultados; principalmente en la economía, había insatisfacción en la gente.
En ese contexto –dijo Labastida–, “se eligió una estrategia equívoca” donde se puso el acento en la competencia interna en el PRI entre los cuatro precandidatos a la Presidencia, “con la opinión en contra del presidente del partido y del secretario de Gobernación, que era yo.
“Dijimos al presidente Zedillo que era un error irse a una competencia de ese tipo, porque iba a quebrar financieramente al partido. Se iba a enemistar al partido, y eso nos iba a afectar en la elección”. Y continuó: “El Presidente no atendió nuestras solicitudes, desestimó nuestras opiniones; inclusive yo renuncié, pero no aceptaron mi renuncia como secretario de Gobernación (…)”.
Repuso que al tomar las riendas del partido, Dulce María Sauri le llamó al día siguiente “para decirme que el partido tenía una deuda inmensa de varios cientos de millones de pesos (…) Lo que nos dijo José Antonio (González Fernández) es que él había hecho exactamente lo que le había encargado el Presidente de la República.
“Eso quiere decir que fue cuando se lanzó la campaña del nuevo PRI, se puso énfasis en una campaña donde se acabó con 68 mil casillas, más de 20 millones de boletas impresas. Este fue uno de los factores que determinó que no tuviéramos spots durante enero y febrero. Hasta el 15 de marzo empezamos a sacar spots, porque no teníamos dinero para ello.”
Pascal preguntó a Don Francisco si el Presidente Zedillo tenía algún interés en que el PRI perdiera la Presidencia de la República, y el exsecretario de Gobernación aseguró categórico: “absolutamente. Tan absolutamente que lo discutí con él y me llegó a decir personalmente que en el partido estaban los que no servían y en la Cámara de Diputados y Senadores estaban los que no servían…
“Yo le dije ‘Pues ese partido no ha de ser tan malo, cuando lo hizo Presidente a usted, y a usted no lo conocía el 10% de la gente cuando lo hicieron candidato (…) Tuvimos varios roces regulares, más bien fuertes”.
Al rememorar que la noche de las elecciones, él estaba listo para dar un mensaje y Ernesto Zedillo lo sacó del aire, Francisco Labastida aceptó: “Sí, tuvimos diferencias de opinión sobre la hora a la que tendría que salir. Yo me comprometí 15 días antes a esperar a que saliera el IFE a dar los resultados, y luego pronunciarme (…)
“Y lo platiqué hasta con el Presidente (…), a las 11 y 5 minutos salgo a reconocer los resultados, pero él me dijo: ‘Sal mejor antes, sal a las 8, porque Cuauhtémoc Cárdenas va a salir a una hora parecida’… Yo le dije sí, pero estamos hablando de dos partidos radicalmente diferentes, si yo salgo a esa hora va a ser visto y tomado como un acto desleal hacia el partido (…) Le dije que no, que yo iba a ser congruente con mi palabra…”
Pese a todo, de lo que no se publica en la entrevista, a la hora en que se anunció oficialmente el triunfo de Vicente Fox, no habían cerrado aún las casillas electorales de Sonora, Baja California y Baja California Sur. Incluso faltaba contabilizar los votos emitidos, o por emitir en las urnas y casillas de las muchas zonas rurales de todo el país; donde Labastida era el candidato más firme.
Sin embargo, al día siguiente se dijo: “Con un margen de victoria de 6.42%, el candidato de la Alianza por el Cambio (PAN-PVEM), Vicente Fox gana con el 42.52%; Francisco Labastida, del PRI, pierde con el 36.11%; Cuauhtémoc Cárdenas, de la Alianza por México (formada por PRD-PT-Convergencia-PAS-PSN), apenas obtuvo el 16.64%.
También participaron como candidatos: Gilberto Rincón Gallardo, por el Partido Democracia Social; Manuel Camacho Solís, Partido de Centro Democrático; y Porfirio Muñoz Ledo, Partido Auténtico de la Revolución Mexicana. Pero la mayor votación a favor de alguno de esos partidos no alcanzó siquiera el porcentaje de votos nulos (2.10%).
Así, después sucedió lo conocido: el Partido Revolucionario Institucional dejó el 1 de diciembre del 2000 la Presidencia de la República, mando nacional que tuvo desde 1929; primero, como Partido Nacional Revolucionario (PNR); después, convertido en Partido de la Revolución Mexicana (PRM); luego, transformado en Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Y como de novela, en este espinoso asunto tomaron parte: la yucateca Dulce María Sauri, presidenta nacional del PRI; la chiapaneca Elba Esther Gordillo, máxima dirigente del SNTE; el yucateco Emilio Gamboa, coordinador de la campaña presidencial del PRI; el oaxaqueño Diódoro Carrasco, secretario de Gobernación; y otros que traicionaron a su partido, el PRI; y a su candidato presidencial… El que sabe, sabe; el que no, pues no…