PROMISING YOUNG WOMAN

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Por: Sergio Bustamante.

Contundente. Cautivante. Una introducción que, como se ha celebrado, en verdad pareciera subvertir el rape-revenge. Cassandra (Carey Mulligan) se hace pasar por una ejecutiva abandonada, totalmente alcoholizada y vulnerable, en un bar lleno de más oficinistas (hombres en su mayoría) que, al verla uno de ellos en ese estado, aprovecha para desplegar el clásico comportamiento de abusador: plática y ayuda con malas intenciones.

Cassandra accede de forma casi inconsciente a ir con él a su departamento. El modus (darle más alcohol, caricias forzadas y desvestirla contra su voluntad) de este hombre que comienza a besarla es de subito detenido por un plano contrapicado de ella, quien sorpresivamente sobria y con una mirada intimidante le pregunta: ¿qué estás haciendo?

Con ese firme reclamo de una Mullingan haciendo gala de su poderoso registro, la cinta invierte los papeles y el depredador es ahora la presa. Ese “qué haces” lo exhibe no únicamente como un hombre ignorante en el aspecto sexual, sino que también señala cómo la generosidad masculina en este contexto casi siempre es la antesala a un escenario de abuso y vejación.

El siguiente corte es aún más provocador. Cassie camina tranquilamente por la calle a pesar de que la primera luz del día deja ver rastros de sangre en su blusa y en el corte siguiente registra lo sucedido en una libreta a manera de diario. Lo que le haya hecho al tipo ese en realidad no es tan intrigante como sí en cambio conocer quién es ella, por qué lo hace y cuál es su siguiente víctima. Promising Young Woman, pues, suena a un original rape-revenge que comienza su trama donde cintas similares suelen terminarla.

Emerald Fennell, directora y guionista, presenta su debut como una especie de colorido relato cuyo tema no es una lista de objetivos a la I Spit On Your Grave (Meir Zarchi, 1978), sino más bien conocer a Cassandra y seguir los pasos de su vendetta, la cual es alimentada por el suicidio de su mejor amiga Nina, quien tras ser abusada y humillada, decidió quitarse la vida.

Desplegando su juventud y esa inteligencia que la llevó a ser una destacada estudiante de medicina antes de abandonar el colegio, Cassandra tiene toda una serie de recursos para escoger sus víctimas y darles lo que ella cree es la lección correspondiente a su nivel de misoginia y demás.

Eso sumado a que vive con sus papás, trabaja en un café donde no le pagan casi nada y parece no tener motivación alguna en la vida, nos ofrecen una muy interesante historia que pareciera explorar vetas frescas para este subgénero, como sería la depresión y, en este caso, ser consumida por un revanchismo y la culpabilidad de sentir que no hizo nada por su amiga.

Sin embargo Cassie en realidad sí tiene una lista mental de quienes cree fueron los mayores culpables del suicido de Nina, y esto le resulta en una lucha silenciosa pues por un lado no puede dejar ese pasado, pero por otro sabe que si abre totalmente esa caja de recuerdos es probable que caiga en una espiral de ira sin retorno.

Fennell plantea así una vengadora fría y calculadora, pero sobre todo real. Incapaz de distinguir entre un sentimiento de culpa y un deseo de venganza, Cassie vive y convive por inercia y ese entumecimiento emocional de alguna forma está presente en su misión. ¿De verdad quiere castigar a esos hombres o simplemente espantarlos? Los diversos sermones y hasta indultos que aplica a cada uno nos dicen que ni siquiera está del todo convencida de hacer lo que hace.

Y esta incertidumbre es tanto reforzada como despejada por Ryan (Bo Burnham), el enamorado que la inspira a corregir un poco el rumbo, pero quien también funciona como detonante de la venganza central de la cinta y la cual da pie al principal debate: ¿originalidad o traición a su propuesta?

Hasta este punto Promising Young Woman había sido refrescante porque denuncia el tipo de comportamientos que parecen inofensivos pero que también son parte de la cultura del abuso y por tanto la validan. Lo es aún más en el sentido de que dichos cuestionamientos vienen desde la perspectiva adecuada, es decir su directora y guionista, sin embargo, casi todo pasa a segundo plano ante las sensaciones contradictorias que genera su resolución.

Contradictorias no porque se cobije en los clichés que había esquivado, sino porque niega la catarsis que la ficción propone y deja que la peor de las realidades se cuele por resquicios que una fábula como ésta no debería tener. ¿O es acaso simplemente un problema narrativo de coquetear con los dispositivos del rape-revenge sin serlo por completo? ¿Pasamos del colorido y macabro cuento pastel al thriller crudo y terrenal? ¿por qué dejar todo en manos del sistema que había denunciado?

A decir de las excelentes reacciones de la prensa, público y la cantidad de nominaciones y premios que la cinta va cosechando a la fecha, esas decisiones del guión no son dilema alguno y se leen como parte de su osadía. Pero la verdad es que también hay un cierto guiño moral que al menos en propuestas como esta no debería tener lugar.

En palabras de la misma Fennell esa ambigüedad final es totalmente deliberada en orden de que el espectador saque sus propias conclusiones y haga un ejercicio de auto evaluación.

Una justificación más que propicia si no fuera porque en otras entrevistas también ha mencionado que es el tipo de final que pedía el estudio. Se entiende pues porque Promising Young Woman le da esa horrible tregua a todo lo que tan bien había exhibido. Lástima.

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