Según la Fiscalía General de Justicia poblana, dos de los asesinos del presidente municipal de Huitzilan de Serdán, Puebla (uno de ellos el ejecutor directo del crimen) han sido ya plenamente identificados por ella con base en las pruebas y testimonios que obran en su poder, a pesar de lo cual, y de los días transcurridos desde que hizo esta declaración a los medios, los delincuentes siguen prófugos y los familiares y compañeros del alcalde asesinado seguimos esperando la prometida justicia por parte del Gobierno poblano.
Aunque la mencionada Fiscalía se abstuvo de dar los nombres completos de los responsables, sus declaraciones dieron la pista a varios medios poblanos para investigar y establecer con toda seguridad dichos nombres y, al hacerlo, pusieron también de manifiesto el cercano parentesco de ambos con el alcalde de Zacapoaxtla, el panista Guillermo Lobato Toral, razón por la cual esos mismos medios, y otros que se les agregaron, pidieron a la Fiscalía investigar de inmediato al funcionario aludido. Lobato Toral reaccionó reconociendo y precisando el grado de parentesco con los delincuentes, pero a renglón seguido se deslindó de ellos y del asesinato del edil huitzilteco esgrimiendo el argumento de que nadie escoge la familia en la que nace. “Uno escoge a sus amigos, pero no a sus parientes”, dijo el alcalde.
Planteado en estos términos, el argumento es inobjetable. Pero da la casualidad de que, tanto las pruebas y las declaraciones de testigos presenciales que llevaron a la identificación plena de los autores materiales, como la opinión generalizada de la población de todo el municipio de Zacapoaxtla, que gobierna Lobato Toral, arrojan hechos y datos adicionales al parentesco que permiten reconstruir en parte su actuación antes y durante el operativo que privó de la vida a Manuel, y también permiten precisar su verdadera relación con los responsables del crimen. Toda esta información ofrece un respaldo suficiente para abrir una investigación verdaderamente profesional con vistas a deslindar su responsabilidad en los hechos.
¿De qué elementos de convicción se trata? Por razones obvias, daré solo algunos ejemplos. Se ha podido establecer, con base en la actuación de los agentes de la propia Fiscalía General de Justicia de Puebla, que uno de los vehículos que participó en el operativo (así lo asegura la propia Fiscalía) se hallaba escondido en un domicilio perteneciente a familiares muy cercanos de Lobato Toral, y resulta muy difícil pensar que quienes lo tenían a resguardo ignoraban todo respecto a las razones del ocultamiento. Está plenamente establecido, además, que Lobato Toral llegó al lugar del crimen en el momento en que comenzaban las diligencias de levantamiento del cadáver, manejando un vehículo y reclamando que le permitieran cruzar la barrera de seguridad establecida por la policía, sin querer precisar la causa de su urgencia. Las investigaciones contextualizan el hecho señalando que el pistolero que disparó personalmente a Manuel abandonó su vehículo en el lugar de los hechos, lo que permite suponer que huyó a pie por el bosque y que pudo solicitar apoyo para escapar con más seguridad. Los testigos afirman que en la fecha en que Lobato Toral asumió la presidencia de Zacapoaxtla, el asesino material de Manuel purgaba una condena de cárcel por robo de vehículo y asesinato, y que fue la intervención del alcalde la que le abrió las puertas de la prisión. Aseguran que, a partir de ese momento, el recién liberado comenzó a realizar tareas de seguridad cerca de Lobato Toral. No sobra reiterar que todo esto está respaldado con pruebas materiales, periciales, y testimonios de gente identificada; no se trata, por tanto, de infundios, suposiciones de una imaginación desbocada o conclusiones derivadas abusiva e irracionalmente solo del parentesco del alcalde con los asesinos de Manuel; se trata de elementos de juicio que, si bien no son suficientes para incriminar a nadie en forma definitiva, sí lo son para abrir una investigación más profunda de la actuación del alcalde en el caso de Manuel Hernández Pasión y de su verdadera relación con los autores materiales del crimen.
Deslindar la verdadera responsabilidad de Lobato Toral, como aquí sostenemos y demandamos a las autoridades poblanas, es algo que se torna más urgente y necesario con cada día que pasa sin que se detenga a los asesinos materiales del alcalde de Huitzilan de Serdán. En efecto, es seguro que toda la opinión pública desprejuiciada que haya conocido este crimen (opinión que incluye en primer lugar a todo el antorchismo nacional), está cada día más convencida de que la reticencia de la autoridad judicial poblana para detener e interrogar a los autores materiales del homicidio no puede deberse al deseo o al compromiso de proteger a pistolerillos vulgares y de poca monta; sino que se explica porque hay mar de fondo en el asunto; porque se quiere encubrir a los verdaderos peces gordos que se hallarían detrás del asesinato, ellos sí con el poder suficiente para detener la acción del aparato encargado de impartir justicia; porque cualquiera entiende que si se coge la punta del hilo y se tira de ella lo suficiente, tarde o temprano se llegará a desenredar la madeja completa.
Pero las cosas han ido ya demasiado lejos para que esta política de tortuguismo calculado dé los resultados apetecidos. Muchos detalles del crimen se han ido clarificando poco a poco, a grado tal que, a estas alturas, prácticamente se conoce la enchilada completa, y las maniobras para encubrir a los cerebros del asesinato provocan el efecto contrario, es decir, en vez de ocultarlos los pone en evidencia por implicación; hacen que lo que era fundada sospecha se transforme en certeza absoluta, una certeza alimentada por esas maniobras fallidas de ocultamiento. La prensa poblana sabe, por ejemplo, cuál es la matriz política de Lobato Toral; quiénes apadrinaron su candidatura a la presidencia de Zacapoaxtla; quiénes lo han sostenido en el poder a pesar del masivo desprestigio que ese señor se ha ganado a pulso entre sus gobernados. Por tanto, está en condiciones de deducir con toda certeza quiénes son los que lo están protegiendo en la actual coyuntura. Ante esto, parece claro que el único camino que queda para limpiar de toda sospecha a las autoridades respectivas es ordenar la investigación rigurosa de Lobato Toral para deslindar conforme a derecho su responsabilidad. Y esto debe hacerse sin menoscabo de la urgencia de detener a los asesinos materiales, lo que sólo vendría a completar el rompecabezas.
Termino. Durante la semana que terminó el sábado 9 de los corrientes, en toda la Sierra Nororiental de Puebla corrió el rumor de que los pistoleros señalados por la Fiscalía poblana habían sido “ejecutados”. Subrayo con toda claridad que se trató de un rumor, aunque de un rumor fuertemente extendido y de una perversidad potencial difícilmente exagerable. La pregunta es inevitable: ¿Quién y para qué lanzó el buscapiés? ¿Fue un globo sonda para medir la reacción de los interesados? ¿Se trata de una sugerencia de “solución” para sacar del atolladero a los asesinos de Manuel y revertir la culpa sobre quienes se empeñan en exigir justicia, como ya se ha intentado antes por otras vías y por otras gentes? Como sea, los antorchistas no vemos esto como algo inocuo y sin trascendencia, sino como una nueva y peligrosa amenaza de la que queremos advertir a la opinión pública y al gobierno del Lic. José Antonio Gali Fayad. Silenciar de este modo a los asesinos, según lo que acabamos de decir, no esconderá mejor, sino que exhibirá más, mucho más, a los autores intelectuales del crimen y al Gobierno de Puebla; reforzará la certeza sobre su identidad y su perniciosa influencia en la vida pública del estado. Y algo muy grave para el antorchismo nacional: la posibilidad de que, a través de sus peones mediáticos, que son muchos y muy inescrupulosos, los autores del rumor desaten una campaña masiva para culparnos de la muerte de los asesinos de Manuel.
Previendo esta eventualidad, desde ahora hacemos pública nuestra posición al respecto: en Antorcha no hay asesinos, aunque los verdaderos asesinos nos acusen de ello. Nosotros no queremos ni pedimos venganza, queremos justicia, justicia a secas y nada más. Por tanto, no necesitamos ni queremos silenciar a los asesinos materiales de Manuel; no necesitamos ni queremos evitar que revelen toda la podredumbre que se oculta detrás del asesinato de nuestro compañero. Lo que queremos es que se les detenga, se les interrogue y se llegue hasta el fondo de este tenebroso asunto para comenzar a sanear la vida pública y democrática del país y de Puebla. Consecuentes con esto, reiteramos que es urgente y necesario que se investigue a Guillermo Lobato Toral, puesto que hay indicios suficientes para ello y porque hacerlo es otro camino, tal vez más corto y seguro, de conocer los torvos intereses que planearon y ejecutaron la muerte de Manuel y que amenazan la vida de los líderes antorchistas en todo el país.