Llegar a este encuentro feminista en Zacatecas era para muchas, la reactivación de la lucha a favor de las mujeres de México.
La sola idea de este gran evento era ilusionante, pues una creía que la realidad de las mujeres, el derecho sobre nuestro cuerpo, el derecho a una vida libre de violencia, y toda lo que significa ser mujer en el plano social, político e ideológico sería abordado.
Veníamos dispuestas a dar la batalla en el terreno de la discusión profunda, a proponer y debatir.
Sorpresa, el llamado Encuentro Nacional Feminista es un evento para mujeres de primera y de segunda, unas se hospedan en el Mesón de Jobito y otras en Hostales; unas comen en los mejores restaurantes de Zacatecas y otras un taco en el lobby y los pasillos del Palacio de las Convenciones.
La discusión es igual, se sectoriza, la acaparan las que se dicen cabeza del encuentro, mientras que las mesas para las comunes mortales están desorganizadas y son, por ello, incapaces de impulsar la discusión.
Las mujeres del país llegamos a un evento nacional que parece organizado por novatas.
Hay mucho que discutir, plantear, resolver, pero no hay condiciones para hacerlo, pues es un espacio lleno de exclusiones, faltan muchas compañeras de Zacatecas, organizaciones femeninas pilar de la lucha en el estado que fueron borradas del listado de invitaciones, otras venimos a llenar el Palacio.
El Encuentro Nacional resultó que se convirtió en el escaparate para las mismas.