Por: Manuel Narváez Narváez
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Twitter: @manuelnarvaez65
A tres años de dejar los pinos, el presidente Enrique Peña recicla buena parte de su gabinete como una medida desesperada para detener la caída libre de su imagen ante la opinión pública.
Típica sacudida de un presidente mexicano, mediocre por cierto, que a mitad del camino cambia algunos caballos y a otros los reacomoda, pero siempre jineteando él a la cabeza de unacaballada flaca, ciega, sorda, ataráxica e hija de la consigna, parafraseando al extinto líder panista, Guillermo Prieto Luján.
El cambio de diez funcionarios del gabinete presidencial y otros del gabinete ampliado solo alimentan las dudas de los mexicanos con relación al pésimo desempeño del gobierno peñista que, a decir verdad, ha devenido en un rotundo fracaso para reducir la pobreza, contener la violencia y cambiar la percepción negativa en el exterior. De la agónica economía, Peña Nieto prefirió nadar de muertito al sostener en su cargo al responsable de la hacienda pública.
Detallar los nombres de todos los que salen y de los que se reciclan me parece ocioso; sin embargo, considero oportuno resaltar que entre los reciclados se encuentra Rosario Robles, la ex jefa de gobierno del Distrito Federal y sucesora de AMLO; José Antonio Meade, ex secretario de gabinete en el sexenio calderonista; Claudia Ruíz Massieu, sobrina de Carlos Salinas de Gortari; Enrique De la Madrid, hijo del ex presidente del mismo apellido y José Reyes Baeza, ex gobernador de Chihuahua en los tiempos de mayor violencia en el estado y que encaminó la pavorosa deuda estatal.
Los mentados funcionarios y los otros muy cercanos al presidente que reasumen nuevas tareas, no cuentan entre su largo palmarés político con alguna gracia sobresaliente en materia social, mucho menos con reconocimiento alguno en materia de transparencia, ni eficacia en el ejercicio del presupuesto ejercido al frente de las dependencias que dejan para incorporarse a otras.
Estos cambios previos al tercer informe de labores del estado que Peña Nieto dará a conocer del estado que según él, guarda la nación, son cosméticos y tienen como fin guardar las apariencias sobre el fracaso de las políticas públicas en materia social, educativa, económica y de seguridad.
Como suele suceder en esta clase de relevos, los que se van agradecen la oportunidad de haber “servido a la nación”, y los que llegan o cambian de oficinas, agradecen al presidente la oportunidad de continuar en el presupuesto, pero todos, sin excepción, enlistan los “grandes retos” a encarar en los próximos meses. Ya saben, toda clase de clichés que la clase política utiliza para reverenciar al patrón.
Y como también es típico en un país donde la rendición de cuentas se aplica exclusivamente a los trabajadores y a los jodidos, el fracaso del Plan Nacional de Desarrollo en su primera mitad, pos simplemente pasará inadvertido porque la legislatura federal que concluye no tuvo las gónadas para exigirle cuentas al ejecutivo federal y aplicar la Ley de responsabilidades a los servidores públicos que fueron despedidos, y la legislatura que se estrenará este primero de septiembre, simplemente no luce diferente a su antecesora.
El panorama para México en cuanto a crecimiento económico no pinta halagüeño en los tres años restantes del peñato. Por más que cacaraqueen las reformas estructurales y pese a abrirles de par en par las……… leyes para la inversión extranjera en Energía, y devaluar el peso frente al dólar en un 40% desde que asumió el poder, el gobierno de Peña no ha sido capaz de atraer a los grandes inversionistas, que no ven atractivo arriesgar sus fortunas extrayendo y vendiendo petróleo, porque ya no hay ganancias voluptuosas como en antaño.
Si a lo anterior le añadimos que los ingresos por el turismo internacional y las remesas que manda la raza que jala en tierras del tío Sam, no llegan a los 50 mil millones de dólares al año, (lana equivalente a la rasurada que le darán al presupuesto de egresos del próximo año); la situación raya en la quiebra. Ahora bien, si Peña y su “equipazo” piensan que con las exportaciones de autos, de los ensambles de las maquiladoras, de los impuestos que pagan las mineras, las reservas federales y el endeudamiento público van a completar el gasto corriente y la inversión pública en infraestructura del año que viene, vaya manera más ridícula de apostarle a la prosperidad. A menos que el simpático gobernador del Banco de México impulse la subida de intereses y el “estadista económico” Luis Videgaray, desdoblen todavía más la macana en los bolsillos de los contribuyentes de siempre.
Con esa maquilladita al gabinete, el presidente de la república confirma que su gobierno ha resultado todo un fracaso, que los responsables de las áreas que recicla se van impunes, el sello de la casa, y que los que llegan o reasumen tareas son más de lo mismo.
P.D. Los todólogos suponen que Gustavo Madero cayó en desgracia frente a Ricardo Anaya. Hay que esperar, no más de un mes, para ver cómo queda integrada la burbuja parlamentaria del PAN, quienes asumen las presidencias de las comisiones más cotizadas y quién presidirá la mesa directiva; entonces, solo entonces, se solventarán las dudas y se terminará la especulación.