RECONOCIMIENTO “CERRO DE LA BUFA” 1995 A RUFINO SOLIS CAMPOS, MEJOR CONOCIDO COMO RUFIS TAYLOR
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Zacatecas, Zac.
lunes, Feb 24, 2025
Por Francisco Esparza Acevedo
Hablar de Rufino Solís Campos implicaría casi un esfuerzo estéril, pero hablar de Rufis Taylor es hablar de nuestros valores, tradiciones y recuerdos. Como él mismo explica: Yo conozco a muchos zacatecanos, pero todo Zacatecas conoce a Rufís Taylor. Un hombre sencillo, amable y trabajador.
Rufino Solís Campos nace en la ciudad de Zacatecas el 27 de marzo de 1924, en la Calle del Ángel (número 205), al pie de la Bufa, donde siempre ha vivido y desde donde se dirigía ya fuera al Cine Ilusión, al Cine Rex o al Teatro Calderón…
Soy como aquel personaje de un libro, soy como Dorian Grey: su retrato envejecía y él seguía siendo joven; así me ocurre a mí, sólo que al revés: yo me hago viejo y mi foto de cuando era joven sigue igualita, confiesa con ese permanente sentido del humor que le caracteriza.
Mientras conversamos, recorremos las siempre hermosas y disparejas calles de la ciudad a bordo de su inconfundible automóvil Datsun, que rara vez acelera. Va y viene por todo el centro histórico o atraviesa las distintas colonias populares y su voz es reconocida de inmediato, así como los tangos y los boleros que deja correr en el tocacíntas.
Soy un hombre que trae la música por dentro. Trabajo con gusto, con pasión y así seguiré aunque al rato cambie este carro por una silla de ruedas. ¿Se imagina? Sería una novedad y a lo mejor me caen más contratos. Disfruto escuchando aquellos danzones, aquellos boleros, aquellas bandas, pero no los gritos de hoy que hasta parecen de changos en la selva.
De acuerdo con los propósitos de su padre, don Agustín Solís, Rufis – así le decían de niño – debió de ser peluquero, oficio del que se sostenía la familia y que no fue de su agrado, pues él prefería andar con la palomilla del barrio.
Es 1938 cuando el periodista Francisco Pancho Guadiana, gerente general del Cine Ilusión por aquel entonces, lo emplea como “agente libre”,
Lo que sencillamente implicaba repartir la publicidad, traer y llevar películas, atender la taquilla y abrir y cerrar las puertas del edificio.
Antes de ser portero de cine exigía andar de uniforme; yo, por ejemplo, portaba un traje de color café claro y una gorra que decía: “Cine Ilusión”, y con la ayuda de una lamparita guiaba y acomodaba a las personas en una de las doscientas butacas que había.
Un buen día, Pancho Guadiana lo manda llamar a su oficina, lo que inicialmente le suscita temor pues piensa que ha hecho algo mal. No es así. Hay un imprevisto cambio en la vida de Rufis que definirá su trayectoria profesional y que nos legará una tradición.
Llegué con Pancho Guadiana, lo ví sentado en su escritorio rodeado de latas y pósters cinematográficos. Ni siquiera permitió que me sentara y me dijo: “Desde hoy vas a dejar eso de agente libre; te vas a poner a anunciar las películas desde la marquesina y, cuando sea necesario, desde el carro”.
El Cine Ilusión
El Cine Ilusión, construido por Jesús M. Pérez, fue inaugurado el 7 de febrero de 1939 por Arturo Reyes Robledo, secretario de gobierno y representante personal del entonces gobernador del estado, Matías Ramos. En esa ceremonia Francisco Guadiana hijo, director artístico, y Ursulo A. García, presidente municipal, pronuncian un breve discurso y por la noche se proyecta la primera película: Martín Garatuza.
Para Rufis, el Cine Ilusión sería como su hogar. Ahí viví un periodo muy importante de mi vida. En cuanto a su primer encuentro con el micrófono rememora: Tenía mucho miedo y tuve que prepararme para salir adelante. El micrófono impone siempre, te enseña que quien lo usa lo debe hacer con respeto hacia todas aquellas personas que están escuchando. Esto es algo que hoy han olvidado los jóvenes. Para hablar ante un micrófono se tiene que saber lo que se va a decir, no se puede improvisar.
La primera película que anuncia Rufis es Johnny Apolo. En cuanto lo escucha, Pancho Guadiana opina: “Tienes voz de locutor, así que síguele”. Su sueldo es de tres pesos con cincuenta centavos. Era suficiente, pues entonces el dinero valía; antes las cosas subían con cada cambio de presidente de la República, pero ahora…
El 16 de diciembre de 1939, Rufino Solís se convierte en uno de los fundadores del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica, sección 44, en Zacatecas. El respectivo contrato se firmó en el Cine Ilusión y su primer secretario fue Jesús López Guillen. No fue nada fácil porque teníamos miedo de que nos despidieran.
Al comienzo era un sindicato sólo para los trabajadores del Ilusión y del Calderón y los patrones de ambas empresas nos daban lo que quisiéramos con tal de que no lo formáramos. Ya sindicalizado, mi sueldo fue de veintiún pesos semanales y todas las prestaciones de ley. Y aunque Rufino nunca llegó a ser secretario general, sí ocupó diversas carteras del sindicato.
Para Rufis, el Cine Ilusión es la cuna de la cinematografía nacional en Zacatecas, un espacio donde se exhibieron relevantes éxitos cinematográficos y se ofrecieron espectáculos de talla internacional. Los artistas que ahí se presentaron son ahora parte de la historia de nuestra nación: los hermanos Soler, Julieta Palvicinne, Carlos Arellano, Carlos López Moctezuma, Vicente Oronal, Vicente Iris, Adalberto Martínez Resortes y Compañía Los Pachuchos, entre otros.
Yo platicaba con Domingo Soler y con Resortes; eran personas de buen trato, sobre todo hacia los que menos teníamos, hacia los que estábamos más jodidos. Eran de los consentidos en Zacatecas.
Lo que lamenta es no haber conservado los carteles de las películas o los programas de las obras de teatro de aquella época: Me arrepiento mucho de eso, pero ya ni llorar es bueno.
Las funciones de gala del Ilusión se hacían como en los Estados Unidos. Recuerdo por ejemplo el estreno de El mago de Oz – se acomoda la corbata y como que anuncia-: ¡Venga y goce de uno de los espectáculos de mayor éxito del séptimo arte. Su sala cinematográfica favorita, el Ilusión, presenta, un estreno de gala, El mago de Oz, una película que usted no debe perderse!
Fue la primera película que se exhibía como premier en Zacatecas; ocurrió a finales de 1939. Enfrente del Ilusión vivía el doctor Ismael Rodríguez y él dio permiso a la empresa de instalar un par de reflectores de cañón en movimiento, que iluminaban la fachada del cine. También se instalaron anuncios de gas neón elaborados por un señor de apellido Macías. El cine lucía a su máximo esplendor y amenizaba el evento la banda del estado, dirigida por Octavio Sigala, mientras que las damas y caballeros de la alta sociedad llegaban muy bien vestidos, muy elegantes. La entrada era por invitación, no por costo, y la premier inició en punto de las nueve de la noche. Fue una de las pocas veces que la alta sociedad vino al cine, porque más bien era el pueblo el que asistía. No volvería a haber una premier como ésa; algo digno de recordar. Una gran época en que película presentábamos, película que era un éxito.
En el Ilusión Rufis convive plenamente con la gente de Zacatecas. Se caracteriza por permitir la entrada gratis a sus amigos, evitando la vigilancia del dueño. Ninguno de ellos tenía dinero. Eran estudiantes. ¡Imagínese! Entonces yo los dejaba entrar para que se divirtieran y no anduvieran de vagos. Si podía ayudarlos, los ayudaba.
Aunque trabajaba en el cine, muy raras veces ve una cinta completa, porque sus deberes le demandan ir de in lado a otro. En cambio, se divierte escuchando los gritos de los asistentes. Eran gritos espontáneos que nos hacían reír. El espectador se identificaba con lo que veía: lloraba, reía, aullaba, deseaba participar y se desesperaba, aunque al final entendía que sólo se trataba de una película. Cada quien la vivía como Dios manda. El público de entonces si apreciaba lo que veía, era muy exigente.
La producción del cine mexicano era de calidad; había series de domingo a domingo que despertaban interés y eran el gancho para que la gente asistiera con más frecuencia. También había películas de continuación como El charro negro, El hijo del charro negro, Regresa el charro negro, Se murió el charro negro… y hasta resucitaban después y eso gustaba.
Por otra parte, evoca melancólico: Fue una época en la que el Ilusión llegaría hacer el nido de amor de innumerables parejas, hoy matrimonios zacatecanos bien formados. Pero eso pertenece al pasado; ya el Cine Ilusión pedía que lo quemaran. Ahora hay ahí un espantoso centro comercial donde ni siquiera se sabe qué es lo que venden.
Así pues, Rufis se inicia en un oficio a los quince años de edad, llenando su vida de prematuras obligaciones. La inesperada ausencia de una figura paterna lo lleva a madurar más rápido que el común de los adolescentes de entonces. Fue duro ver que mi padre moría cuando más lo necesitaba, pero gracias a Dios proseguí. Pertenezco a una generación a la que se le enseño a trabajar, a servir a los demás y a protegerse lealmente. Eso aprendimos y es lo que hacemos.
Cursé la primaria en una escuela a la que le decían La Piloto y por diferentes circunstancias, únicamente estudié hasta primero de secundaria. Mi padre me heredó todo su equipo de peluquero, él quería que fuera yo peluquero, lo que me incomodaba porque mis intenciones eran distintas, de manera que fui y hablé con mi madre, María Campos, y ella me apoyó para que me probara en otra actividad. Mi infancia transcurrió en un ir y venir de la escuela a la peluquería de mi padre o de vacilón con la chamacaza del barrio: subíamos a la Bufa o simplemente nos quedábamos a platicar en cualquier calle. El barrio era sano, seguro, no había tantos problemas como ahora. Aunque uno se tiene que adaptar a los tiempos que le tocan vivir.
Muere Rufino Solís, nace Rufis Taylor
Desde los años en que Rufino Solís labora en el Ilusión, convive a diario con estudiantes. Un día uno de ellos, no recuerdo su nombre, advirtió que yo anunciaba más películas de Robert Taylor – artista exclusivo de la Metro Golden Mayer – que de ningún otro. Pero es que él era la estrella mundial del momento y si anunciaba sus películas era para llevar una mayor cantidad de asistentes al cine. Y entonces a ese muchacho se le ocurrió apodarme Rufis Taylor. Al principio no entendí, pero el apodo creció como bolita de nieve y cuando menos lo esperaba ya nadie conocía a Rufino Solís, pero todos conocían a Rufis Taylor.
Se gesta entonces una leyenda que aún perdura en la entidad. Hoy Rufis Taylor aspira a que la modernidad no lo desplace como desplazó ya a tantos otros personajes, costumbres, tradiciones…Por que si bien Rufino Solís Campos quedó en el olvido, Rufis Taylor es quizá el personaje más famoso de Zacatecas: un hombre que ama a su terruño y que defiende lo suyo y lo de los suyos.
Cine – Teatro Fernando Calderón
Pausadamente, encorbado, Rufis Taylor pasea por las calles de la ciudad, las disfruta, las recrea y afirma que los zacatecanos sabemos ver, mas no observar. Se detiene ante el teatro Fernando Calderón y lo contempla como deseando retornar a otra época.
Aquí trabajé de 1945 á 1954, el sindicato me mandó para acá, asignándome las mismas tareas que tenía en el Ilusión. Estuve bajo las órdenes de la empresa Rivas y Díaz, vendida luego a Guillermo Vera, de la ciudad de León, quien a su vez cedió a Luís R. Montes, propietario de más de ochenta salas y fundador del todavía vigente Circuito Montes.
El público del Calderón era muy diferente al del Hilachas (por cierto, bautizado de esa manera, por la raza de la calle del Ángel). Las personas que asistían eran gente bien, de sociedad y, por tanto, el comportamiento y el ambiente eran distintos. A mí la verdad me agradaba más estar con los cuates, pero el trabajo es el trabajo y uno en aquel entonces lo hacía por gusto, sí, pero también por la canija necesidad.
Paralelamente a la proyección de películas, en el teatro Calderón se ofrecía otro tipo de eventos : funciones de box, revistas musicales, tardeadas… Rufis recuerda una anécdota:
Como los toreros que salen de la plaza en hombros, al revés, yo entré en hombros, pero a una tardeada. Resulta que no tenía, dinero para entrar y los amigos me vieron sentado en los escalones del teatro. Les dije cuál era el problema, me cargaron y nos metimos en bola. En las tardeadas se tocaba música en vivo y duraban de seis a diez de la noche. En esa ocasión tocó la orquesta de Roberto Borda. Se bailaba de cachetito, en un cuadrito o en un veinte y sobraban quince centavos… Los jóvenes de ahora no saben bailar, brincan como changos; de seguro se les pegó viendo películas de Tarzán.
Es en esas tardeadas donde el nombre de Rufis Taylor se vuelve realmente famoso. Yo se los agradezco; ese nombre me dio fama y respeto. Una vez hasta se lo pintaron a mi carro sin que me diera cuenta; en el lado derecho decía “Rufis Taylor” con letras rojas. Las personas al verme ya sabían cómo me apodaban. Todos me veían pero yo ignoraba por que, sólo me sentía importante. Así era la vida en aquellos años, todos amigos o conocidos y nos divertíamos sanamente.
Su encuentro con Cantinflas
(Rufis Taylor anuncia la visita a Zacatecas del cómico Mario Moreno Cantinflas. Con él solía conversar larga y frecuentemente).
Don Mario era todo un señor. Era compañero nuestro en el Sindicato, se preocupaba por nosotros y nos apoyaba, incluso discutía con los empresarios que lo contrataban por emplear personas de otros estados en vez de favorecer a los sindicalizados de la ciudad. Y cuando no se hacía lo que él decía, simplemente no se presentaba. Incluso una vez, Cantinflas ordenó abrir las puertas de la plaza de toros San Pedro para permitir que se viera su espectáculo gratis.
Y Cantinflas y Rufis Taylor solían conversar, larga y frecuentemente.
Cine Rex
El edificio del Cine Rex (hoy estacionamiento) se construye entre 1952 y 1962, inaugurándose el 20 de febrero de este último año con la actuación de Lola Beltrán, César Costa, Angélica María, entre otros, y la exhibición de una película de Elvis Presley. Desde entonces, Rufis Taylor trabaja en él bajo la gerencia empresarial de Circuito Montes que lo administra hasta su formal desaparición.
En el Rex se presentaban cintas de corte internacional y los domingos él matinée era triple. La clasificación de las películas se colocaba a las afueras de las iglesias para que los padres vieran si los niños podían ir al cine. Había mucho respeto alrededor de eso y no se podía engañar a la gente. Ahora bien, la época del Rex es ya otra. La modernización empezaba en Zacatecas y la ciudad crecía; las personas continuaban viniendo al cine, pero la calidad de lo que veían era menor. El público del Rex era riquillo, el pobre iba al Hilachas.
Cuando los estudiantes se organizaban, se dejaban venir y entraban en bola para no pagar; así eran los muchachos. A mí sólo me quedaba abrir las puertas, de lo contrario hasta sin vidrios podíamos quedarnos. Al principio entraba y los buscaba, pero como ya los conocía, decía que no los hallaba y me hacía buey para que no los sacaran.
Rufis Taylor se jubila en 1990; desde entonces, se dedica a anunciar únicamente los eventos que le contratan.
Rufis, el publicista urbano
El primer vehículo por el que se identificó a Rufis como publicista urbano fue un carro Chevrolet color verde.
Un día llevé mi carro con el rotulista para que le pusiera en las puertas el nombre de Rufis:
– Aquí le traigo mi carro para que le ponga el nombre de Rufis en cada una de las puertas.
– ¡Cómo no! Mire, le voy a poner el nombre con muchos colores y con letras romanas y además le voy a agregar Taylor, para que se vea a toda madre.
– No. Nada más deje el nombre de Rufis, ¿Para qué más?
– Bueno, venga en dos días y su carro estará como usted lo quiere.
Lo que yo no sabía es que el carajo del rotulista era amigo de unos
Estudiantes que me hacían bromas. Fue, les contó de qué se trataba, y hubiera visto cómo quedó ese carro: lleno de todos colores. Finalmente el rotulista se salió con la suya, así que imagínese cómo andaba Rufis Taylor por las calles de Zacatecas.
El primer comercial que anuncia es el de la Lotería Nacional contratado por Francisco Borrego. Después, los productos de la tienda de Juan Guillermo Zesati. Me daba la lista de productos de línea blanca de que disponía y le publicitaba lo que él bautizó como La catedral del disco. Ellos fueron mis primeros clientes. Después vendrían más: “La Fortalez” DE Higinio Escobedo, “El Globo”, “La Kodak” de Salvador Romo, “Casa Briones”, la tienda de José López Cortés…
Lo hasta aquí escrito es sólo el fragmento de la vida de Rufino Solís Campos, Rufis Taylor, un amante de la buena música, que lloró al ver en llamas a su amado Cine Ilusión y a quien todavía vemos por las calles de la ciudad, acompañado de su inseparable aparato Racsson.
Ataviado con un saco a cuadros, café y verde, pantalón beige y zapatos bien lustrados –todavía con el olor de la tinta en ellos- Rufis Taylor recibe el reconocimiento “Cerro de la Bufa” el 26 de abril de 1995.
Es para mí un orgullo, una satisfacción seguir en este oficio, tener tantos amigos y, lo más importante, seguir siendo útil, pues eso me da la oportunidad de servir a quienes necesiten algo de Rufino Solís.
(Con nuestro agradecimiento a Francisco Esparza por autorizarnos a publicar este material de su autoría, y que consideramos que contiene información valiosa y el reconocimiento a este personaje zacatecano)