“Refundación”. Por Silvia Montes Montañez

Zacatecas, Zac.
jueves, May 15, 2025
LA INICIATIVA, en 1992, fue de Ramiro de la Rosa (“Democracia 2000”). Él acuñó el término refundación según me comentó el entonces dirigente nacional del PRI, Genaro Borrego Estrada. El adjetivo se popularizó, pero no alcanzó a entenderse ni mucho menos a convertirse en realidad.
FUE EN EL sexenio de Carlos Salinas de Gortari, tiempo confuso para el partido gobernante y de enormes retos para el entonces presidente nacional del CEN, con una Beatriz Paredes en la Secretaría General, manejando, desde entonces un fuerte esquema de poder y sobrada prepotencia.
LOS DOS eran ex gobernadores, El de Zacatecas y ella, de Tlaxcala, pero tenían una personalidad ¡Tan distinta! Genaro con aquella categoría, fineza y buen tacto en el actuar. Beatriz con su estilo dominante y su propio juego político. Era difícil conformar un equipo con ella.
RECIEN llegados al CEN, un grupo reducido de zacatecanos que formamos parte del enorme equipo, de distintas procedencias y grupos, que rodeaban (y ahogaban) al dirigente nacional, sufríamos el desprecio y las actitudes ventajosas de la gente de Beatriz.
ERA UN auténtico atropello que llegó al punto de impedirnos ocupar algunas oficinas porque se las reservaban los arrogantes colaboradores de la Paredes ¿Cómo así tratándose de personas cercanas al presidente nacional del partido? Aquello era inconcebible.
ALGUIEN tuvo la genial idea de informar a Genaro Borrego las vicisitudes por las que estábamos pasando y entonces se redactó, en conjunto, una tarjeta lo más ejecutiva posible, para que no le tomara tiempo leerla y si percatarse del trato de que estábamos siendo víctimas.
PERO ¿Quién pondría en sus manos aquella misiva? La conclusión fue generalizada: ¡Silvita! (Montes Montañez, claro), al fin nuestro querido jefe sería receptivo ante la mensajera y ¡Claro que lo hice! En un momento por demás inoportuno.
SALUDABA Genaro Borrego a un numeroso grupo de militantes de todo el país que estaban en las oficinas del CEN con algún planteamiento importante. Me incorporé a la fila y cuando se acercó a mí, le comenté que teníamos un planteamiento que nos interesaba conociera y puse en sus manos la tarjeta.
EL, que no se guardaba papeles ni mensajitos para después, leyó en cuestión de segundos, endureció la expresión y me hizo esta pegunta ¿Cómo es posible que mi propia gente me mortifique con estas cosas cuando tengo tantos problemas por resolver? Rechazando la tarjetita aquella.
¡UPS! El nudo en la garganta, las rodillas temblando y la pena, pero sobre todo la gran lección: Estar cerca del personaje importante no justifica abordarlo con quejas, mucho menos en tiempos, que efectivamente, eran de enorme complejidad, tanto, que apenas estuvo Borrego Estrada, once meses en aquella desgastante responsabilidad, entre auténticos caníbales de la política.
¡VAYA CON los recuerdos que afloran cuando menos lo espero!
RETROCEDÍ en el tiempo al leer la declaración del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, respecto a que el PRI “entiende el momento que vive México, y hoy se renueva para estar a la altura de las aspiraciones de los ciudadanos” durante la clausura de la XXI Asamblea Nacional de su partido.
ME PREGUNTO si serán capaces los priistas de abonar al cambio que se truncó con la derrota de hace poco más de doce años cuando la “refundación” se convirtió en una quimera poco clara, incluso, para sus inspiradores, en un escenario de intereses, egoísmo y poder impresionante.
¿CUÁNTOS dinosaurios con su fuerza y su juego personal impedirán el cambio? La pregunta es válida y totalmente vigente.