Por David Monreal
“La obra social exigía la presencia de un espíritu capaz de encenderse” –Octavio Paz.
La sociedad mexicana de todos los tiempos ha subsistido gracias a su contacto directo con la tierra y a la gran sabiduría que nuestros antepasados nos entregaron como su mayor tesoro.
A pesar de la pobreza y la explotación a la que ha sido sometida la población rural, en donde destacamos la presencia de las y los trabajadores del campo, y la de los pueblos originarios, han sido las tradiciones y los valores espirituales los que han mantenido la voluntad de transformar la realidad y crear mejores condiciones para todos.
Esta mañana el presidente hablaba de los 36 años de neoliberalismo durante los cuales la política se vació de principios para dar lugar a la simple ambición del dinero, pero a costa de un enorme daño a las familias y a los recursos de nuestra nación, quizá más dañino que los 34 años de porfiriato.
Revisando la historia podemos darnos cuenta de la relevancia que tiene la actualidad y de la urgencia de rescatar el sentido espiritual que complementa nuestras vidas, no sólo como individuos, sino como comunidad.
Este regreso a los valores ancestrales ha sido necesario en todos los procesos de transformación del México moderno, y esto adquiere sentido cuando recordamos las palabras de Octavio Paz: “América no es tanto una tradición que continuar como un futuro que realizar”, pues para la nación mexicana, pasado y futuro siempre han estado vinculados.
Cuando nuestro premio nobel de literatura habla en “El laberinto de la soledad” de la obra educativa posrevolucionaria, se refiere a ella como una obra social “que exigía un espíritu capaz de encenderse y de encender a los demás”, un espíritu que encarnó Vasconcelos, conocido como el apóstol de la educación, y que impulsó uno de los movimientos intelectuales más fuertes del México moderno: el ateneo de la juventud.
Ese espíritu de transformación y esos valores espirituales se encuentran presentes en la cuarta transformación que el Presidente Andrés Manuel López Obrador encabeza a nivel nacional y trascienden el aspecto político, toca la estrategia de seguridad, agroalimentaria, de salud y todos los aspectos de la administración pública.
Desde la Secretaría de Agricultura la nueva visión se ha traducido en la reasignación presupuestal para regresar a la sociedad la confianza y sus aportaciones con programas diseñados para apoyar a los pequeños productores agropecuarios, en el cuidado de la tierra de los peligros de las semillas genéticamente modificadas y los agroquímicos; y en ofrecer una alimentación nutritiva y suficiente a las familias mexicanas.
El trabajo honesto, el respeto por la vida, la solidaridad y el apoyo mutuo no son simples palabras ni forman solamente un discurso, son los valores que nos han ayudado a surcar las peores adversidades y a mantener vivo el fuego de renovación. Durante esta contingencia sanitaria y después de ella, también serán estos los valores que nos den identidad, sentido y futuro.