RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS
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Zacatecas, Zac.
jueves, Feb 27, 2025
Por: Sergio Bustamante.
En medio de una crisis de salud pública sin precedentes (al menos en la era moderna) los complejos cinematográficos, contra toda recomendación, reabrieron sus puertas bajo un estricto protocolo de sanidad con tal de asegurar su supervivencia económica y el trabajo de miles.
De entre los limitados estrenos que van programando cada semana desde su reapertura, sin duda es Portrait de la jeune fille en feu (Céline Sciamma), la película que se ubica muy por encima del resto de la cartelera.
Exhibida aquí en México el año anterior en el marco internacional del FICM, la cinta de Sciamma arrasó con nominaciones en casi todas las premiaciones importantes, no así con los premios. Y es una lástima, pues pocos filmes tan sólidos hubo en el 2019. Para mi gusto, el segundo lugar en mi lista de favoritas del año anterior: http://https://www.direccioneszac.net/cine-top-10-del-ano-2019/
Ubicada en la Francia del siglo 18, la historia va sobre una pintora, Marianne (Noémie Merlant), que es comisionada para pintar el retrato de Héloïse (Adèle Haenel), una joven aristócrata en el umbral de contraer matrimonio. Dicho trabajo, sin embargo, tiene la peculiaridad de que Heloise se niega a ser retratada por cualquiera artista, así que Marianne debe fingir ser una dama de compañía para registrar cada detalle de su día a día con Heloise y así lograr el retrato pintando a escondidas.
Sciamma estructura la cinta alrededor de la convivencia diaria de estas dos mujeres, el intercambio de sus visiones (y miradas) sobre el mundo y los puntos en común en los que logran encontrarse.
Mientras Marianne es una artista que ha vivido plenamente, Heloise ha estado atrapada en una burbuja que no le permitió experimentar su juventud y por lo tanto encuentra en la calidez de su retratista una curiosidad de conocimiento que, gradualmente, se convertirá en enamoramiento.
Sin embargo, no es ese el elemento primordial que las une de inmediato, sino la empatía de entenderse en un entorno delimitado por circunstancias ya sean morales, religiosas o costumbres de género (al inicio de la cinta vemos a Marianne aventarse al mar ante la indiferencia de un grupo hombres para rescatar su material de trabajo, mientras que Eloise está prácticamente raptada en espera de un prometido que ni conoce bien), así como también la soledad en esa isla que da pie a sentirse verdaderamente libres.
Si bien esta premisa no es nueva, lo que Sciamma hace con su guión sí que le otorga una cualidad expresiva inédita, pues se despoja de las convenciones eróticas que casi siempre parecieran estar a modo para atraer al público masculino o generar cierto morbo a manera de vender.
Pero ojo, Retrato de una Mujer en Llamas puede ser igualmente voyeurista que ese cine, sin embargo, lo hace desde una atmósfera de intimidad caracterizada no por los encuentros sexuales, sino por los silencios, las miradas y, sobre todo, las disertaciones entre ellas.
Aunque no viven en esa mansión completamente solas (por ahí hay otra joven sirviente que funciona muy bien como elemento desahogo), Sciamma le concede toda la pantalla a sus impecables interpretes y ellas entregan con un desarrollo creíble a partir de sus encuentros. La historia apela a hacerlas crecer en sus similitudes y diferencias
Este hermoso escenario de la isla sirve como punto de fuga de su amor y también como inspiración artística (no es casualidad el juego de palabras) de Marianne, a quien al inicio de la película conocemos dando clase antes de recordar a manera de flashback el origen de la pintura del título.
Con esa introducción pareciera que Sciamma pretende explicar dicha obra de la forma más ornamentalmente posible. La cinta tiene carácter de época pero su estética es muy naturalista (gran cinematografía de Claire Mathon) porque, así como lo hiciera Pawel Pawlikowski en Guerra Fría (2018), aquí también cada plano de su metraje es un cuadro que narra y que podría estar colgado en cualquier galería de arte.
El misterio de esa poderosa obra que da título a la cinta (una secuencia bellísima) en la que vemos a Heloise con la mirada perdida al frente mientras la parte baja de su vestido está envuelta en llamas, no puede ser explicado pero sí interpretado. A la distancia del tiempo, Sciamma nos cuenta la historia detrás de, y hacerlo traslada la vida pictórica a ese otro lienzo en movimiento que es el cine.
Si hay una cinta que valga el riesgo de entrar a una sala de cine hoy en día, es esta.