Por David Monreal Ávila
· La oposición en la verdadera democracia.
Esta mañana el presidente Andrés Manuel López Obrador recalcó que por ningún motivo ampliará su periodo de gobierno, y que será el titular del poder ejecutivo federal el tiempo que la sociedad lo desee, haciendo explícita referencia a la iniciativa de reforma constitucional que presentó a las cámaras para someterse a la revocación de mandato a mitad de su administración.
De aprobarse la reforma se daría cumplimiento a otro compromiso hecho en campaña con la sociedad mexicana, ya que significaría un avance importante en la adecuación de nuestra ley electoral a la democracia participativa, establecida como un objetivo en el Plan Nacional de Desarrollo.
Además se plantean otras modificaciones como la reglamentación de la consulta popular y la simplificación para llevar a cabo plebiscitos y referéndums en temas de relevancia nacional.
No obstante, la prensa conservadora y la derecha en su nueva condición de oposición, han manipulado la información para seguir con su desgastada campaña sucia que intenta comparar la 4ta transformación de la vida pública de México con dictaduras totalitarias; corriendo el rumor de una posible reelección presidencial.
El rotundo No a la reelección que Andrés Manuel ha mantenido firme en su discurso, no ha sido suficiente para calmar las críticas irreflexivas a todo acto de gobierno que el conservadurismo mantiene como su estrategia de oposición; llegando a argumentar que una revocación de mandato podría ponerlos en desventaja en los comicios electorales.
El discurso conservador se ha dedicado a vituperar contra cada acto de gobierno, de modo que ha caído en contradicciones como la de asegurar que la popularidad del presidente se desplomó en dos meses, y que al mismo tiempo su popularidad es un riesgo electoral suficiente para retrasar el desarrollo de nuestra democracia.
Sin duda los pesos y contrapesos en la política son necesarios para garantizar la pluralidad y alejarnos tanto del totalitarismo como sea posible. No podemos callar absolutamente ninguna voz porque caeríamos en la terrible censura que por tanto tiempo combatimos. Sin embargo tendremos que usar el derecho de réplica para evitar a toda costa la manipulación que impide el desarrollo de nuestra democracia.
Con ese espíritu maderista antirreeleccionista seguimos avanzando juntos sociedad y gobierno, más allá de toda simulación, con principios y valores éticos que nos dan identidad y fuerza para combatir al régimen corrupto que se apoderó de la política mexicana.
Esperemos que las discusiones en el poder legislativo se centren en el refinamiento de los mecanismos para construir una democracia más austera, transparente y participativa, y queden atrás los intereses partidistas o personales que pudieran entorpecer el proceso.