Dos palabras encierran el ritmo, luz, color, sabor, música, canción, baile y pasión que despertaron la noche  de este jueves Perú, Venezuela y Zacatecas en la Función de Gala del Festival Zacatecas del Folclor Internacional Gustavo Vaquera Contreras Perú; estas palabras son: buena vibra.

            En el teatro Ramón López Velarde, con estampas dancísticas que hasta el día de ayer no habían sido presentadas en esta fiesta del folclor, los bailarines de los tres grupos recompensaron con creces la osadía que asumieron decenas de zacatecanos al desafiar la lluvia que daba la bienvenida al ocaso.

            El telón se alzó al sonido de una flauta de carrizo; se anunciaba la Danza Tamunangue, en la que el grupo Fundación de Danzas Nacionalistas (Fundanali), representante de Venezuela, ofreció un cuadro dancístico religioso que representa la forma en que los habitantes de la región de Táchira pagan una manda a San Antonio.

            En un espectáculo alternado con Venezuela, el Grupo Mystica, de Perú, abrió su participación con música de cajones (tambores) peruanos, a través de los cuales se presentó un fenómeno social que ocurre en ese país: la forma en que los peruanos han integrado a su cultura la cultura africana, creando lo que hoy en día se conoce cultura afroperuana.

            Los movimientos de manos, caderas, las innumerables posiciones y ritmos de los pies, las sonrisas en los rostros y la seguridad que mostraron en el escenario los bailarines fueron formando lentamente, en un proceso imperceptible, un gusto en el público, el cual se reflejaba en la intensidad de sus aplausos.

Las pletóricas presentaciones que habían realizado en el escenario los grupos representantes de Venezuela y Perú, vinieron a cerrarse con broche  de oro al iniciar su participación el Grupo Folclórico Tenamaxle, representante de la Universidad Autónoma de Zacatecas.

Con una coreografía caracterizada por la sencillez e investigación histórica sobre la vestimenta, costumbres, tradiciones y formas de vida de los zacatecanos del siglo XIX, este grupo presentó estampas de Aristocracia, conocidas en la jerga dancística como bailes de salón, así también la forma en que bailan las y los campesinos del municipio de Nochistlán.