Gustavo Jasso Hernández
Twitter @gustavo_jasso
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Opinión Pública: Representación Política y Participación Electoral, realizada en mayo de 2015, por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el 73% de las y los zacatecanos no se sienten representados por los diputados locales http://goo.gl/9qhCgy.
Vaya paradoja, los diputados cobran grandes salarios por representar al pueblo, pero la mayoría del pueblo no se siente representada por ellos.
Representar a un pueblo implica que los “representantes” no pierdan de vista que su encargo se lo deben al pueblo, y que por tanto, siempre deben estar al servicio de sus representados, no del titular del poder ejecutivo, como algunos lo acostumbran.
Al palacio en el que se reúnen los diputados, una semana sí y otra también, llegan diversos grupos sociales a manifestar sus inconformidades; llegan los maestros a quejarse de la “reforma educativa”, los exbraceros a pedir respaldo para recuperar sus ahorros, los campesinos a manifestarse contra el indigno precio del frijol, los burócratas de Ojocaliente a pedir rescate financiero, los de la Corona a denunciar que en esa empresa se violan los derechos laborales, los trabajadores del Instituto Zacatecano de Educación para Adultos a reclamar seguridad social, entre otros tantos y tantos grupos. Al palacio llegan todos, pero no a todos se les atiende. Las puertas del palacio a veces se cierran.
Pero el Poder Legislativo no es la única institución con malas calificaciones en el tema de la representación, para desgracia de nuestro sistema democrático, los partidos políticos y las autoridades municipales corren suertes similares.
¿Qué se debe hacer para que la mayoría de las y los zacatecanos se sientan representados por los diputados locales?, la respuesta es sencilla: cumplir con sus obligaciones de representación, financieras, legislativas, de control, políticas, jurisdiccionales, de comunicación y educativas.
A los actuales legisladores, les queda menos de un año, es poco tiempo, pero es tiempo suficiente para esforzarse en el fortalecimiento del poder legislativo, en perfeccionar las leyes, en generar espacios para lograr una mayor participación de la ciudadanía en las decisiones legislativas y para lograr los consensos políticos y sociales que son necesarios y urgentes para fortalecer la debilitada gobernabilidad que se percibe en nuestro Estado.