SIN PASMOS RADICALES

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Marco Antonio Flores Zavala

Marzo de 1915. El ferrocarril sigue con el traslado de personas que emigran definitivamente; moviliza brigadas filovillistas; y, lleva mercancías para sostener el comercio.

La estación de la vetusta ciudad de Zacatecas es un punto de tránsito. El edificio fue fabricado con ladrillo rojo. Por supuesto que tenía daños (merced a los inclementes encontronazos que ocurrieron allí en junio de 1914), pero continúa funcionando.

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La Biblioteca Pública mantiene su distinguida labor. A su espacio, que sí es para permanecer con civilidad, han concurrido algo así como 400 personas (el conteo inició en enero de 1915). El registro indica que son obreros, extranjeros y alumnos de las escuelas superiores.

Las obras más asediadas son de los libreros de literatura, historia y ciencias. Los menos son jurisprudencia y teología.

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En los rumbos de las escuelas superiores, el Instituto y las normales, los programas académicos fueron reformados. Aunque parecen más de precisión en las formas de trabajo, porque no hay nuevas metodologías ni lecturas innovadoras.

Sigue la contratación del personal docente. Vuelven al magisterio los que impartían clases en los copretéritos años del régimen porfirista y durante el gobierno usurpador de los dos años anteriores. Ahora juran por la “realización de los principios y reformas de la Revolución”.

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Los profesores que impulsarán la Revolución en los años por venir están todavía en la base de ese grupo social. J. Trinidad Luna lleva una quincena como docente ayudante en el Hospicio de Niños de Guadalupe. Él será el gobernador que promulgará la Constitución local de 1918.

Anastasio J. Hinojosa está en Río Grande. Funge como director interino de la escuela de niños. Dos años atrás, en abril de 1913 desempeñaba el cargo de presidente municipal de Sain Alto. A él le correspondió informar del primer asalto revolucionario de Pánfilo Natera.

Valente Lozano fue designado administrador de la hacienda de Norias, sita en Nieves. Por cierto, él es un referente de cómo los descendientes de los revolucionarios tejieron las nueves redes sociales.

El hijo de Lozano, profesor egresado de la Escuela Normal de Río Grande, se casó con Carmen Morales, señorita vinculada a la familia de José María Vázquez, dueño de la hacienda de Chichimequillas.

El nexo simbólico provenía del matrimonio de una tía de Carmen con Luis Vázquez, poseedor de la citada hacienda.

Imagen: El ferrocarril siguió transportando, de todo.

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