Tengo una relación bastante extraña con algunos autores literarios, he leído varias obras de algunos y no han terminado por gustarme pero cuando veo libros de ellos en estantes quiero sumergirme otra vez en sus páginas.
Javier Marías es uno de ellos. El autor de Mañana en la batalla piensa en mí no me ha dejado en varias ocasiones un buen sabor de boca y sin embargo cuando veo un libro de él, normalmente entre las mesas de saldos, se me pega, se me mete en los bolsillos y permanece ahí en el librero a la espera de que lo abra.
Marías llegó a mí con Los enamoramientos, luego vino Mañana en la batalla piensa en mí, y a partir de ahí me concentré en sus cuentos. Pero hace tiempo, en una librería de uso un ejemplar de la novela El hombre sentimental se me trepó para ya no irse.
El hombre sentimental (Anagrama 1986) fue la ganadora del Premio Herralde de Novela del año 1986, cuando el que esto escribe apenas tenía dos años. Pensarán que ¿qué le pasa a este colaborador que escribe reseñas de libros publicados hace 30 años?
Consideró que existen libros atemporales que no importa cuando los reseñes. Incluso hay unos que con el tiempo van madurando y con el campo de experiencia del lector, pueden tener un mejor impacto. Pienso que si hace 10 años hubiera comenzado a leer este libro inmediatamente lo hubiera abandonado.
El hombre sentimental cabe reseñarlo precisamente hoy no sólo porque cumple 30 años, sino porque su historia es tan vigente y atemporal que permanece ahí en el parnaso de las letras españolas. En él, a pesar de saber que es de un muy joven Javier Marías, se encuentra ahí entre sus renglones la vena de los temas que a lo largo de su carrera le han interesado, las relaciones entre las personas, los triángulos amorosos, la muerte, el arte.
El hombre sentimental es un monólogo basado en una experiencia onírica de un famoso cantante de ópera apodado el León de Nápoles, quien narra una historia que le ocurrió cuatro años atrás cuando acudió a Madrid para ensayar el Otello de Verdi.
El recuerdo llega a él por un sueño que tiene en la mañana en la que escribe la historia. Hace cuatro años aparecieron en su vida misteriosos personajes que alteraron sus días: una mujer melancólica llamada Natalia Manur, su acaudalado marido Manur, y el señor Dato, acompañante y asistente de Natalia; una prostituta española que se hace pasar por argentina, un antiguo amor y un viudo sumamente minucioso.
El León de Nápoles narra cómo y dónde conoció a estos personajes pero también los avatares de su vida como tenor, sus viajes, sus obsesiones. ¿Alguien se ha puesto a pensar en qué hay en la vida de un tenor detrás de los escenarios? Marías lo relata.
El personaje central de la novela cuenta cómo se ve envuelto en una historia pasional llevada hasta el límite, las últimas consecuencias. Es una confesión de un hombre solo. Es también la historia del hombre sentimental que puede ser cualquier personaje de la novela, incluso el mismo lector.
Javier Marías narra con un humor muy fino e irónico la historia de un triángulo amoroso que sacude con un final inesperado y nos hace preguntarnos si todo fue un sueño, si fue realidad o incluso si soñé que leía El hombre sentimental o si en verdad lo leí.
Lo que puede parecer raro es que muchas veces las mejores novelas de los autores son aquellas en que su prosa se muestra más madura, a mí, con El hombre sentimental, que ha llegado al tercer piso de la edad, me ha pasado lo contrario, me gustó mucho más este Marías joven que el de Los enamoramientos, que el de Mañana en la batalla piensa en mí, que el de Mala índole.
Nunca es tarde para leer una novela vieja y la de El hombre sentimental, en su cumpleaños número 30, merece volver a ser leída.