Cuando pasaba a su lado lo miraba de reojo, huyéndole rápido. Tomando otro camino.
Pronto su presencia se hizo más pesada. Ahí estaba, tan descomunal y gris, ocupando mucho espacio mientras yo le seguía rehuyendo. Varias veces lo tuve enfrente, lo hojeaba, lo miraba y trataba de leerlo de una manera superficial. Hasta que llegó el día que no soporté su mirada ni su presencia en el mismo lugar, fue entonces cuando acepté el desafío y lo abrí para no volver a salir hasta después de muchos días.
Suttree (Mondadori 2004) de Cormac McCarthy (Rhode Island 1933) es uno de esos libros que intimidan, no por su grosor (562 páginas), sino porque la manera en que McCarthy escribe exige un trabajo mental intenso y una constante revisión de la enciclopedia. Pero intimida aún más cuando la crítica prestigiada compara el libro con el mejor Mark Twain o bien con Ulises de Joyce. Es un libro que sin antes leerlo sabes que no es fácil. Lo que queda es prepararse para el viaje.
Suttree narra la vida de Cornelius Suttree un hombre que ha dejado toda su vida, sus padres, su esposa y su hijo para irse a vivir a la orilla del río Tennessee en el Knoxville de la década de los años 50. Ahí el personaje se instala en una casa flotante y dedica sus días a pescar para luego vender el producto en el mercado de la ciudad.
Suttree convive con los mendigos, ladrones, borrachos, prostitutas y todo tipo de personajes de mala monta a los que él considera como sus amigos, sus familiares. Sus días transcurren tranquilos, unos menos que otros cuando se ve envuelto en una que otra gresca o borrachera que lo llevan a la cárcel o bien a amanecer tirado en un oscuro rincón de la ciudad.
Gene Harrogate es otro interesante personaje del libro, un joven delincuente al que Suttree protege cuando lo conoce en la cárcel a la que es llevado el muchacho por violar a las sandias de una granja.
La ciudad donde habitan estos dos personajes es un lugar sombrío, gris, triste y los pasajes por donde se escabullen son lo más decadentes que uno se pueda imaginar. Aun así, Suttree siempre vuelve a ese lugar, siempre vuelve a los amigos para beber una cerveza o whisky barato hasta que el tiempo y la muerte se vayan llevando lo que un día fue.
Suttree, fue escrita por Cormac McCarthy a lo largo de 20 años por etapas. Y de acuerdo a las leyendas que se cuentan del autor, quien pasó su infancia en Tennessee y tuvo una vida de vagabundo, podría decirse que esta novela tiene gran porcentaje de autobiografía.
Suttree es un personaje muy al estilo de McCarthy, solitario, aislado, con cierta resistencia al orden y a las instituciones, pero fiel, leal y bondadoso. Y la novela es un relato bellísimo de la vida de este ser anónimo que no tiene ningún compromiso y que su existencia depende de pequeños placeres como vivir al lado del río, pescar y traer en el bolsillo unas cuantas monedas para pasar el día.
La estructura narrativa del libro es muy simple, son pequeños capítulos que virtuosamente McCarthy puede lograr que cualquiera de ellos sea el inicio, el desarrollo de la trama o el desenlace. Al final lo que escribió este señor es una obra monumental, un novelón, que allende a la historia de este antihéroe puede leerse como una reflexión sobre la identidad o bien como un tratado sobre la ausencia de propósitos en la vida.
Son 562 páginas de soledad, borracheras, vómitos, paisajes desolados, grises y malolientes, decadencia pura, pero cargadas de una literatura densa y excelsa, que sólo McCarthy puede extraer de un mundo tan sórdido.
Al final sólo se atina a decir ¡Maldito McCarthy! Porque no podrán sacarse a Cornelius Suttree ni el Tennessee desolado de la cabeza.