Por más que el gobierno de la república busca desesperadamente distraer la atención de la narcoviolencia, las balas y la sangre opacan la presidencia mediática.
Tan sólo en los primeros cuatro meses del regreso del PRI a los pinos, las muertes violentas ligadas al crimen organizado ya superan las 2800. En marzo, las ejecuciones rebasaron las mil muertes por armas de fuego: Ha sido el mes más violento desde que Peña tomó las riendas del poder.
En el ejecutometro, el Estado de México y Chihuahua encabezan las listas rojas, es decir, durante el mes de marzo 151 personas fueron abatidas en la tierra del presidente Enrique Peña Nieto y 114 en el norteño estado, el que a duras penas ha logrado sacudirse momentáneamente el deshonroso primer lugar.
El estado de Jalisco es otro caso donde se prenden las alarmas por el incremento de la inseguridad. Esta entidad gobernada por Acción Nacional durante 3 sexenios consecutivos, simplemente continúa bajo la amenaza constante del crimen organizado, herencia de los capos de la vieja guardia de los años setentas, ochentas y noventas, cuyas administraciones de Alberto Cárdenas Jiménez, Francisco Ramírez Acuña y Emilio González no fueron capaces de abatir.
Voy a mencionar un par de ejemplos del recrudecimiento de las narcoejecuciones en gran parte del territorio nacional, cito el caso del el pasado fin de semana, donde los fusiles de alto poder impactaron en los cuerpos de decenas de parroquianos que departían en dos bares de la capital jalisciense; 4 personas perdieron la vida y otras 16 resultaron lesionadas. Así vive Aristóteles Sandoval la inseguridad, el joven gobernador tricolor cuyo mandato inició hace un mes.
El otro caso es el de Chihuahua, capital del estado grande, en el que 7 personas fueron acribilladas por un solo sujeto, que arribó a un bar en pleno centro de la ciudad, a escasas tres cuadras de la comandancia centro, y abrió fuego para asesinar a cuatro hombres y 3 tres mujeres.
El Bar Mogavi fue una alfombra roja por la sangre que corrió, siendo esta masacre una más de las múltiples que vienen ocurriendo desde hace 5 años en las principales ciudades del estado de Chihuahua.
Este acontecimiento contrasta con la campanadas que la fiscalía del estado había echado a volar meses antes, donde presumía el descenso de lugares en el ejecutometro nacional, por la disminución de muertes ligadas al crimen organizado, principalmente en Juárez.
En efecto, el número de ejecuciones se redujo en un 50% en relación al año 2012, esto en la fronteriza Ciudad Juárez, pero el efecto cucaracha se acentuó en la sierra y en las ciudades centro y sur del estado, preponderantemente en el corredor azul, donde el PAN gobierna.
Y si la narcoviolencia no bastara para alterar el tejido social, las desapariciones de mujeres y los femicidios abonan a tan sangriento cultivo porque siguen compitiendo con las muertes violentas ligadas al crimen organizado. Decenas de denuncias continúan abarrotando las procuradurías de Edomex y Chihuahua, que desde los inicios del gobierno de Barrio, en el caso norteño, acaparan la atención del mundo entero.
Como ciudadano quisiera que mis líneas versaran sobre las bondades y ventajas que tiene mi país, mi estado y mi ciudad para el turismo y la inversión privada, que las hay y muchas; sin embargo, no puedo ser indolente ni silente ante una situación inercial de violencia que restringe las libertades y ahuyenta el desarrollo.
El problema se agrava porque el ejecutivo federal trata de minimizar los acontecimientos de violencia, tira línea para pintar un país que sólo en su imaginación existe y ha reducido a la oposición a meros matraqueros o figuras de origami por los incontables dobleces e incongruencias en las que han caído. Llámese Gustavo o Jesús.
La solución no se vislumbra a mediano o largo plazo; “en un año vendrán resultados” anticipan ilusamente los funcionarios federales encargados de brindar seguridad a la población y combatir la narcoviolencia. Lo que sí vendrá y pronto, es la reacción de una sociedad hasta el gorro de ineficiencias e ineficacias de sus gobernantes para traer orden a México y paz a la nación, entiéndase rojos, azules o amarillos. Mientras llega el ya basta, o milagrosamente los resultados, es mejor mantenerse en alerta.
P.D. Las calumnias se camuflan de lengua o de plumas, pero en ambos casos son rendijas por donde salen del clóset los frustrados y los envidiosos.