Por Marco Antonio Flores Zavala
En otras ocasiones he dicho –obvio, por escrito-, resido en una de las colonias por donde transita la R-17; diario, antes de las 10am, pasa una señora vendiendo tamales, en voz alta –no gritos- anuncia su oferta; en las tardes otros cambaceros también pasan por la discreta semi-privada donde habito…
Los camiones de basura vienen sin horario fijo, aunque sí los días “acostumbrados”. Todavía los jóvenes no piden su “aguinaldo”. Hay un tiktoker (y tiene canal de YouTube –Un día con Yovani-) que transmite desde un vertedero, baila y opina de detalles de la vida.
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El velador ya entregó su solicitud de “aguinaldo navideño”.
Por cierto, los árboles ya están pelones; los que sostienen hojas, éstas están amarilladas. En la casa de la esquina, donde antes vivía la señora de costuras y arreglos sencillos de ropa, ahora están vendedores de arreglos navideños eléctricos.
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Ayer saludé al vecino de la casa de enfrente. No sé cómo se llama, y no podría decir su nombre, por aquello de la protección de datos.
Lo saludé y pregunté si todo iba bien, pues era día de semana y horario laboral. Él respondió que vivía su período vacacional; ¡termino el día 17! –porque claro, los domingos descansa. El lunes 19 volverá a labores “cotidianas”.
El dato me hizo recordar el por qué no lo había escuchado en sus salidas matutinas. Resulta que su portón hace tal ruidal que quizá alerta o anticipa las alarmas de quienes salen de casa en el rango de las 7am.
El buen vecino se transporta en bicicleta –no olvidar El ladrón de bicicletas-.
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Usted lo advierte, vivo en una zona obrera urbanizada, donde todas las calles están pavimentadas; el agua “potable” llega en ratos cada tercer día…
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El mismo día que saludé al vecino y pasó por la noche el velador, inicié mi primera lectura vacacional: Una narración de los últimos momentos de la vida de don Agustín de Iturbide ex-emperador de México por el coronel Carlos de Beneski, traducida del inglés por el profesor Quintín González Gómez (Ciudad Victoria: Universidad Autónoma de Tamaulipas, Instituto de Investigaciones Históricas, 1977).
Cito un fragmento: “Tan pronto como Iturbide hubo realizado sus últimas obligaciones cristianas, fue llevado como a las seis cerca de la caída del sol, a la plaza pública, el lugar escogido para su ejecución. El calor de la región [es julio 19 de 1824], que era excesivo, lo forzó a pedir un vaso de agua y al bebérsela se lo acabó; después, viendo a las autoridades pidió autorización para hablar a las tropas que lo ejecutarían; y habiendo recibido permiso para ese efecto, les habló en los siguientes términos, que fueron sus últimas palabras:
«Mexicanos, en este último momento de mi vida, yo recomiendo a ustedes el amor por su patria y la observancia correcta de nuestra religión; es la religión la que los llevará a la gloria. Muero por haber venido a auxiliarlos y muero feliz de expirar entre ustedes. Dejo este mundo con honor, y no como un traidor, traición que no podrá adjudicárseles a mis descendientes. ¡No, nunca se dirá que yo fui un traidor! Mantengan subordinación estricta y sean obedientes a sus comandantes, actuando en conformidad a sus mandatos ustedes obedecerán aquellos de su Creador. No trato de dirigirme a ustedes por motivo de vanidad, pues estoy lejos de tenerla».
Y después de haber ofrecido una ferviente oración dijo: «De lo hondo de mi corazón perdono a todos mis enemigos, deberás desde lo hondo de mi corazón».
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La fotografía que ilustra esta colaboración es del área donde fue fusilado el ex emperador.
Tal lugar fue inundado con una presa hecha en la década de 1970, en el sexenio de Luis Echeverría. A la obra le llamaron Vicente Guerrero –como el compañero de armas y acción que logró, con Iturbide, un acuerdo para independizar el reino de Nueva España.
Debido a las sequías de los años recientes, la presa Guerrero bajo de nivel y se reconocieron los lugares históricos.
El edificio fue sede del Congreso soberano del estado de Tamaulipas. La imagen procede de imgurl:http://farm4.static.flickr.com/3260/2913801651_ae36c693a1_o.jpg – Bing
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Por cierto, el escritor zacatecano Rafael de Alba escribió sobre las repercusiones que ocurrieron en los albores del siglo XX, cuando un gobernador tamaulipeco procuró reivindicar la zona y figura del exemperador mexicano.
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Siguen otros días fuera del jornal “ordinario”. Ojalá no contengan hechos que conviertan en gris, lo que se promueve como período de luces y felicidad.