Estamos a mitad de la Semana de Pascua y seguramente muchos Zacatecanos aún siguen de vacaciones. Algunos estarán disfrutando de otros lugares, otros quizá hayan recibido familiares o amigos y otros más estarán disfrutando de nuestra ciudad y los espectáculos y shows que se ofrecen en lo que antes era un festival cultural.
Lamentablemente Zacatecas ha dejado de ser un destino atractivo para el turismo nacional, pues nunca realmente lo ha sido para el turismo extranjero a pesar de los viajes y anuncios que cada sexenio se hacen de que Zacatecas, ahora sí, se convertirá en un destino internacional, cómo si sólo con anunciarlo fuera suficiente o se diera por decreto.
Vivimos en una ciudad maravillosa que se vende sola, una ciudad con historia, con una gran riqueza cultural y por si fuera poco declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, lo cual debiera ser suficiente para atraer a propios y extraños, pero desgraciadamente no es así.
Varios gobiernos han destinado recursos para la conservación, mantenimiento, rescate y embellecimiento de nuestro centro histórico, en los últimos años incluso, las últimas cuatro Legislaturas Federales han destinado recursos etiquetados para este concepto a todas las ciudades consideradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en México con los cuáles se han hecho importantes obras.
Por ello no deja de sorprender que hoy por hoy nuestra Ciudad en general y particularmente el Centro Histórico se encuentre tan sucio, lleno de graffiti, descuidado, mal iluminado y en algunas áreas hasta abandonado. Quizá quiénes aquí vivimos ya estemos acostumbrados a ver la ciudad así, pero ello no quiere decir que esté bien ni que así deba de seguir.
Hace unos días me encontré y pude platicar con un grupo de turistas que me decían sorprendidos que habían visitado Guanajuato y luego Zacatecas y que no había ninguna comparación entre una ciudad y otra, que Zacatecas era mucho más hermosa, pero que a Guanajuato si regresarían y a Zacatecas probablemente no.
Les pregunté ¿por qué? Y me dieron una serie de argumentos entre los que expresaban pocos vuelos y muy caros, la falta de señalamientos, la falta de guías de turistas, poca información, nulo transporte urbano para trasladarse dentro del primer cuadro de la ciudad, el que cerraran los museos en lunes, servicios de mala calidad, la vialidad desordenada, la ciudad sucia, pocos lugares que visitar más allá de lo estrictamente cultural, poca vida nocturna y por supuesto la inseguridad.
Luego de que les platiqué una serie de cosas que se podían hacer en Zacatecas más allá de visitar el Centro Histórico, como salir a comer a buenos restaurantes en la zona conurbada, visitar El Convento de Guadalupe, subir a pie al Cerro de La Bufa y al Crestón, conocer un poco más de la Toma de Zacatecas en su museo y tirarse de la tirolesa, recorrer con detenimiento los museos de Zacatecas, las iglesias con una gran historia como La Catedral o Santo Domingo recién remodeladas, visitar algunos atractivos cercanos como Jerez, La Quemada y hasta ir al Hotel que antes fuera Plaza de Toros y tiradero de basura a tomar una copa o planear una próxima boda, se fueron más tranquilos y medio convencidos en regresar algún día, pero me quedó claro que mientras no ofrezcamos mayores y mejores servicios de calidad al turista, tampoco tendremos un turismo de alto nivel que venga a gastar, a comer en buenos restaurantes, a hospedarse más de dos días y a dejar una derrama económica que tanta falta nos hace, para generar los empleos directos e indirectos en torno a la actividad turística y cultural que Zacatecas puede ofrecer.
Dicen que los viajes ilustran y no necesitamos ir muy lejos, basta con darse una vuelta a cualquier ciudad de las más cercanas como Aguascalientes, Guadalajara, San Luis Potosí, Saltillo, Monterrey, Querétaro o León para darse cuenta que estamos mal y nos hace falta mucho por hacer. Tampoco es difícil entrar a internet y buscar en cualquier aerolínea boletos a las mejores ciudades del mundo para darse cuenta que es más fácil y más barato ir a muchas de esas ciudades que venir a Zacatecas.
Tampoco es un secreto que cuándo más hermosa y bella ha estado nuestra ciudad es cuándo la sociedad civil se ha decidido a participar exigiéndole a nuestros gobernantes y poniendo lo que está de su parte con el activismo de personas como Don Federico Sescosse o con campañas como aquella de «una ciudad limpia no es la que más se limpia sino la que menos se ensucia», o aquella de «ceder el paso a un vehículo» que a final de cuentas eran campañas que no le costaban al erario, eran eficientes e impulsaban el civismo y la cultura.
Quizá lo más fácil sea culpar a los medios de comunicación por publicar parte – sólo parte- de lo que a diario sucede en materia de inseguridad, cómo si dejándolo de publicar mejorara la situación, o como si no existieran las redes sociales, que han rebasado a los medios tradicionales y nos mantienen informados al instante.
Pero como dice la literatura de los alcohólicos anónimos, el primer paso para cambiar es reconocer el problema y aceptarlo con honestidad, pues mientras sigamos haciendo como que no pasa nada y como que todo está bien, lo único que va a suceder es que el problema se va seguir agravando hasta tocar fondo, y para el caso que nos ocupa, no sé cuánto nos falte para llegar a ello, o si ya llegamos, o si tenemos que esperar a que la UNESCO nos retire la declaratoria de Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad para que, entonces sí, nos decidamos a cambiar y a hacer las cosas como se deben.
Por eso propondré, entre otras cosas, que se integre un Observatorio Ciudadano con facultades en la toma de decisiones y de gestión, en el que estén integrados los tres niveles de Gobierno, las Cámaras Empresariales, la Comunidad Cultural, Universitarios, Amas de Casa, Comerciantes, Vecinos del Centro Histórico, Legisladores Locales y Federales, entre otros, para definir el rumbo de nuestra Ciudad para las próximas generaciones, para que entre todos nos pongamos de acuerdo sobre lo que queremos para Zacatecas los próximos 30 o 40 años, más allá de partidos políticos o de quién esté al frente del Gobierno en turno, con el único fin de que Zacatecas no se reinvente cada tres o seis años al gusto o el capricho de quién gobierne, sino de acuerdo a la prospectiva y la proyección que necesita para que el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad no quede en un simple documento, sino en el corazón de quiénes nos visitan y el en el orgullo de quiénes aquí nacimos o aquí vivimos.