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Quién iba a pensar que la elección de Estados Unidos nos importaría tanto a los mexicanos. Ahora resulta que la competencia electoral entre la Hillary y el Trump tiene más raiting que una taranovela o el mismísimo clásico del futbol azteca.
El asunto no tendría mayor relevancia sino es porque el melenudo de Donald Trump, en caso de ganar, ha amenazado con darnos en la madre, so pena de tildarnos como lo pior en sus gabachas tierras. Si no es por eso ni quien fumara la reyerta por los votos allende la frontera al norte del bravo.
Acúsome de contribuir con mi granito de arena para hacer más grande el mitote del engendro comercial, desde que comenzó a insultarnos. La neta no podía quedarme a la zaga sin responder a tanta ofensa del polémico magnate de los bienes raíces neoyorquino.
Eso de que va a mandar construir un muro a los largo de nuestras fronteras comunes, confiscar las remesas que la raza envía desde allá a sus familiares de acá, deportar a millones de compatriotas indocumentados que se rompen el lomo para jalar y, desconocer el Tratado de Libre Comercio que Charly Salinas suscribió en los noventas, no es pecata minuta como para enfundar mi sofisticada y erecta plumachafer.
Confieso que me he dejado caer la greña contra este individuo que hoy nos tiene en un tacón y con el Jesús Malverde en la boca, rezándole para que no gane la elección. Jamás de los jamases me imaginé que andaría yo promoviendo la candidatura de una extranjera, pior aun, cónyuge de un expresidente gringo; es decir, una bonita familia presidencial.
Todo hasta aquí concuerda con las reacciones de la people que estamos así como esperando el final de Cuna de Lobos o la Voz México, hasta que me di cuenta de lo clavados que estamos con la pugna entre Trump y Hillary, mientras que el ilustre presidente Peña, su caterva de matraqueros aduladores y la pútrida y aristócrata partidocracia mexa se enfocan en la elección presidencial gabacha, con el abyecto afán de distraer la atención del desastre financiero, de la inseguridad galopante, de la crisis por la reiterada violación a los derechos humanos y del fracaso de las reformas estructurales, amén de inseminar la confronta social por razones de dogmas.
El meollo del asunto está así. Ciertamente cualquier resultado de esa mentada elección nos afecta de una u otra forma por el voluptuoso intercambio comercial que tenemos con el tío Sam y por las consecuencias comunes del tráfico de armas y de estupefacientes en ambos sentidos. No estamos ante una situación común, esta es una contienda atípica, peeeeeero, ¿desde cuándo un presidente estadounidense ha sido amigo de México?. Ellos tienen intereses y punto.
Ahora bien, si el tal Donald gana la presidencia gabacha, a mí en lo personal me vale madres si manda construir el muro. Para empezar a hablar clarito, déjenme decirles que si fuera el caso de la derrota de Hillary Clinton, no necesariamente implicaría que los demócratas pierdan el congreso, el principal contrapeso de las decisiones ejecutivas del presidente. En términos prácticos, a Trump le serían insuficientes 4 años de gestión para hacer realidad erigir el muro por chicanadas políticas y por la inviabilidad financiera.
Eso de que el sujeto de la melena rubia ordenaría confiscar las remesas de nuestros compatriotas para pagar su murito, me resulta una vacilada porque no es tan peladita como lo dice. Imagínense las repercusiones financieras negativas para los Estados Unidos en caso de que crazy Trump tomara semejante decisión; simplemente la FED (el sistema de la reserva federal) no tiene obligación de atenderla, ni permitiría poner en riesgo la credibilidad bancaria (cuál, jajaja) al consentir el secuestro de dinero a las entidades financieras que operan en ese país.
Que va a deportar a todos los ilegales, que lo haga. También me vale madres porque llevar al cabo soberana persecución de indocumentados implica en contratar decenas de miles de agentes para localizarlos y ponerlos en la frontera. Sencillamente el congreso no va a aprobarle descomunal partida presupuestal para esos propósitos. Además, los organismos defensores de los derechos civiles no van a cruzarse de brazos, mucho menos hay que desestimar la mano de obra mexicana en los campos, en las fábricas y en la construcción que paralizaría la columna vertebral productiva de los Estados Unidos.
Que va a desconocer el Tratado de libre comercio para América del Norte (TLCAN), que lo haga. La verdad nos la Pérez Prado porque una decisión de esa naturaleza pasa por los congresos de Canadá, México y el capitolio, lo que lleva tiempo y ese no corre en favor del magnate.
Lo que sí debería hacer el primer sospechoso de corrupción en México, es afianzar y acelerar el tratado comercial Asia-Pacifico y los otros que ha suscrito en sus múltiples viajes por todo el orbe a donde dice que ha ido a fortalecer los vínculos e intercambios comerciales, para diversificar el abanico de oportunidades a los exportadores mexicanos e incrementar los ingresos no petroleros.
En vez de hacerse maje y víctima, que deje la cómoda silla de espectador de cine y ponga en marcha la capacitación de agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y la actualización de datos para que en caso de deportaciones masivas, solo se permita la entrada a connacionales y no nos carguen a los indocumentados de otros países. Por el empleo para los compatriotas deportados, ni se preocupen, este gobierno dice ser tan bueno para generarlos que ya superó los dos millones de puestos bien pagados.
Si el desTRUMPado quiere repatriar a las maquiladoras, que se las lleve. En México la industria maquiladora ha sido una generadora de miseria por los bajísimos salarios que paga y evasora fiscal por consentimiento gubernamental. Si los maquileros se instalan en nuestro país es porque encuentran condiciones propicias para pagar muy poco, mientras que en su país de origen estarían obligados a pagar salarios mucho más elevados, no olvidemos que México ocupa el penúltimo lugar de salario mínimo entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Renegociar el TLCAN nos podría traer mayores beneficios, por ejemplo: obligar a la industria maquiladora que se instale en tierras aztecas a pagar al menos el 80% del salario mínimo establecido en sus países de origen. A ver si es cierto que vienen para acá por la mano de obra calificada.
Estoy convencido de que un desafortunado triunfo de Donald Tump traería tensiones con México, básicamente a nivel diplomático, porque consolidar las irrisorias propuestas xenófobas le llevaría más de cuatro años que dura el periodo; la reelección, ni pensarlo. Si este bato se mantiene con posibilidades de ganar es porque la Hillary también cuenta con un amplio rechazo entre los estadounidenses, por mentirosa.
Por lo que respecta a nosotros, más vale estar abiertos a cualquier posibilidad de que el crazy llegue a la casa blanca, pero lo que no debemos hacer es dejarnos llevar por corriente pues la obligación de generar condiciones favorables y suficientes de empleos para que la raza no se vea obligada a abandonar el terruño y arriesgarse a comprobar el espejismo del sueño americano, compete al Estado mexicano.