Increíble. Más que eso, sublimemente increíble. Ahora nos damos cuenta que los muertos son selectivos, igual que las víctimas. Nos encontramos ante la desaparición, digna de un gran mago de la Vegas (dicho en tono global), donde las personas, cual bum –catabum desaparecen. No se trata de los hechos ocurridos recientementemente. Esto, sin minimizarlo, es sólo la punta del Everest. Los estudiantes, la parte más sensible de nuestra nación, son los hijos que, en el himno nacional, un eterno destino, un saldo Dios dio por hijo.
Soldado contra la ignorancia, soldado contra las enfermedades, soldado para la justicia, soldado para el agro, soldado para las empresas y un gran etcétera de soldados para.
Hoy, nuestros alumnos, compañeros, amigos, familia (cada uno para cada quien) son ese reflejo de tantos y tantos que están desaparecidos. Ellos, los nuestros, forman parte de estadísticas. Ellos, los nuestros, se buscan a partir de minería forense. Ellos, los nuestros, son lagrimas de familias. Ellos, los nuestros, son ejemplo de complicidades y derrotas de la justicia.
Hoy se busca en tierra lo que debería estar en movimiento. Sin embargo cada fosa clandestina de este país es representación de políticas (de todos los partidos y gobiernos) que encierra lo que dejamos de ver, lo que no se puede o quiere ver. Cada fosa es nuestro silencio colectivo y el llanto individual. Cada fosa es el temor y el olvido. Cada fosa, cada una de ellas, es el pretexto perfecto para el descubrimiento, cual niño en navidad, de una sorpresa de nuestras instituciones de procuración de justicia.
No sólo lloramos o enfurecemos por los normalistas. Cada uno de ellos es gota que derrama cuenco. Cada uno de ellos nos duele por el silencio contenido por varios años. Cada uno es el recuerdo del miedo a salir, hablar o comprar. Hoy cada mexicano, cada temor humano de esta nación, se convierte en indignación y furia.
Ellos no están. Nosotros no estamos. Realidad de un país que vive en miedo y fosas. Realidad de regiones que hablan de violencia con naturalidad. Realidad que va de lo erótico a lo pornográfico.
Increíble. Alumnos, soldados de la educación, hoy pueden ser el punto de partida para escalar el Everest.
Iván Martínez.