El peor estigma que una sociedad puede padecer es contar con Universidades y Escuelas Corruptas, porque eso pone en peligro a la educación pública como recurso social de alto valor cultural para promover la prosperidad colectiva, así lo afirma UNESCO, en un estudio relativamente reciente sobre ética en los procesos de enseñanza aprendizaje.
Y recomienda simultáneamente se implementen medidas anticorrupción al respecto, por los efectos nocivos que para el desarrollo produce la inmoralidad y la deshonestidad académica.
Lo anterior cobra relevancia en Zacatecas porque muchas de las universidades y centros de enseñanza en la entidad y en general el sistema educativo experimentan endémicas crisis financieras que casi les paraliza y les conduce irremediablemente a resultados mediocres e insatisfactorios frente a las necesidades de la población, que cada año se replican sin que se les dé solución definitiva.
La pregunta concreta que al respecto hay hacernos es sí esto obedece a prácticas corruptivas, a políticas ineficaces o bien a la carencia de racionales procesos de planeación de la gestión educativa en Zacatecas.
En la investigación titulada Escuelas Corruptas, Universidades Corruptas, auspiciada por la UNESCO, encabezada por Jaques Hallak y Muriel Poinson (2010), funcionarios del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de dicha agencia, describen que “las contrataciones fraudulentas, la venta de plazas por favores políticos, familiares y sexuales, la malversación, cobros ilegales, el fraude académico, el tráfico de títulos, la venta de exámenes y la manipulación clientelar de los alumnos, son algunos de los datos empíricos para ilustras las diversas formas que puede tomar la corrupción en el sector educativo”.
El propio estudio señala que la corrupción en las instituciones educativas, reduce sus niveles de calidad, se desploma la eficacia, la pertinencia es cuestionable, el despilfarro resulta considerable y los objetivos, así como sus fines resultan borrosos.
Por eso, la búsqueda de la calidad, pasa por el combate sin cuartel de la corrupción académica y administrativa de las instituciones educativas y por la creación de un sistema anticorrupción, que otorgue transparencia a los procesos de enseñanza escolarizada.
Eso inequívocamente le falta a la Universidad Autónoma de Zacatecas y a muchas otras instituciones, al igual que al sistema educativo zacatecano en su conjunto.
LA REALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN ZACATECAS:
La cobertura de educación superior en Zacatecas es, de acuerdo a cifras actualizadas de la SEP, de sólo el 34 por ciento de la población potencial en edad de cursar una licenciatura; lo anterior significa que miles de jóvenes quedan marginados e invisibles a la acción de las políticas públicas.
Conforme a datos oficiales del INEGI, Zacatecas cuenta con una población de 144 mil 512 personas entre 18 y 22 años, edad promedio en que se cursa la educación superior. Sin embargo, sólo están inscritos en las instituciones del nivel terciario que operan en la entidad, 47 mil alumnos.
Esto implica que más de 96 mil personas en edad potencial de cursar una licenciatura en Zacatecas, no lo pueden hacer.
Si a lo anterior sumamos la cifra de los rechazados en el bachillerato en Zacatecas, entonces contamos con una población superior a los 120 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan y que son carne de cañón del crimen y la delincuencia.
Por eso el combate a la corrupción y a la ineficiencia existentes en las instituciones educativas, debe convertirse en una prioridad.
INFORME MUNDIAL DE EDUCACIÓN.
El día 26 de este mes se presentará el Informe 2017 de la Situación de la Educación en el Mundo y se recomienda en él combatir y reducir la corrupción en los sistemas educativos. Zacatecas no es la excepción.