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Qué bárbaros son los políticos del norte. En medio del reclamo generalizado por el artero asesinato de la periodista Miroslava Breach, el gobierno de Javier Corral Jurado se saca un as bajo la manga y envía a la cárcel al exalcalde Javier Garfio.
La semana pasada ha sido una de las más difíciles que los chihuahuenses hayamos vivido en los últimos tiempos. El fin de semana antepasado, células criminales se dieron con todo como si en el territorio solo mandaran ellos. En la refriega murieron 8 presuntos delincuentes.
Ese mismo fin de semana alargado por el asueto del lunes 20 de marzo, el mandatario disfrutaba con su familia el césped de un campo de golf en Mazatlán, Sinaloa. Así lo dio a conocer la antigua casa editorial del gobernador de Chihuahua.
A media semana, la nota roja mantuvo al estado grande en las ocho columnas de medios locales y foráneos. No era cosa menor, habían asesinado a una de las periodistas más destacadas y reconocidas del estado.
Con la presión social encima y la exigencia de reporteros y periodistas de diversas latitudes del orbe, de esclarecer el horrendo crimen de Miroslava, este lunes 27 de marzo, Corral Jurado, desde la fronteriza Ciudad Juárez, respondía acremente los señalamientos del secretario de gobernación, Miguel Osorio, que en la víspera condenó la descomposición del estado gobernado por el panista.
Instalado en la cuna adoptiva de sus inicios partidistas, Javier ya sabía que la reacción a lo que él considera como un asesinato de la narcopolítica que segó la vida de Breach, era elevar la apuesta. Al mediodía, en la capital del estado era presentado ante un juez el exalcalde Javier Garfio, por el presunto delito de peculado, por un monto aproximado de 300 millones de pesos.
También fue detenido este mismo día, Gerardo Villegas Madriles, ex director de Administración en la Secretaría de Hacienda, en los tiempos del duartato. Con el correr de los días se conocerán los detalles de estas detenciones y de otras que están por cumplimentarse.
Como reza un dicho amoroso: ´un clavo saca otro clavo´. Este dicho es análogo a los momentos que estupor y zozobra que se vive en Chihuahua. Una de las escasas formas de emparejar los cartones, porque esta refriega encierra un alto contenido personal entre el exgobernador César Duarte y el actual, Javier Corral; era precisamente devolver el golpe mediático llevando ante el juez a dos de los colaboradores más cercanos del vulgar ladrón, como lo tildará en la campaña electoral.
Es muy complejo separar ambos acontecimientos. El asesinato de la periodista tiene su propio peso, pero también lo tiene poner tras las rejas a dos exfuncionarios de alto nivel de la pasada administración. Aunque resulte chocante, uno y otro caso se entrelazan por los tiempos en que suceden y dadas las circunstancias políticas que lo bordean.
Ahora bien, sin perder de vista, para nada, la exigencia de capturar a los responsables del cobarde asesinato de Miroslava y, conocer los motivos, también es de vital importancia que los expedientes abiertos en contra de los exfuncionarios y del mismo exgobernador Duarte Jáquez, no se contaminen verbigracia de la disputa de egos de los mandatarios en comento.
Independientemente de que el gobernador Corral amenazó desde la campaña con encerrar a César Duarte, y más allá de la cruda realidad que enfrenta en estos momentos por el vertiginoso aumento de la inseguridad, Javier no debe abusar de las mismas facultades de las que su antecesor echo mano para asumirse como omnipotente.
Desde esta perspectiva, la detención del exalcalde de Chihuahua y el exfuncionario estatal, se antoja más como una vendetta, por los tiempos en que ocurre, no por el peso intrínseco de la denuncia.
Es momento de ponerle hielo a las decisiones por impulsos, porque todas afectan, de cualquier manera, a los ciudadanos. No se puede gobernar con los órganos, mucho menos con el aparato digestivo; se gobierna con la fuerza de la razón.
Si bien los seis primeros meses de gestión de Javier Corral han sido decepcionantes, aún tiene cuatro años y medio para rescatar el decoro y cierta credibilidad. De continuar por el mismo camino, los resultados serán iguales o peores.
En estos desafíos que encara la administración estatal, es sano apostarle a la prudencia, no a la inquisición. Sería muy, muy triste para la memoria de los periodistas caídos que el sacrificio de sus vidas termine en un vulgar trueque de culpas.
Está bien tanta justicia como sea necesaria y suficiente mano dura dentro del marco de la ley. Pero ay de aquellos que se alcen como matanceros, porque mañana terminarán como reses.
P.D. No queremos en Chihuahua un Maximilien Robespierre, sino a un gobernante con palabra que nos devuelva la paz; castigue a los corruptos y predique con el ejemplo de la ética.