Viejas críticas al poder presidencial

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Marco Antonio Flores Zavala

Sumario: Notas sobre el libro Crítica al poder presidencial, de Enrique Krauze. Advierto: mis lecturas son heterodoxas.

En el contexto de la publicación del único libro de Tatiana Clouthier (Juntos hicimos historia, 2019), donde denunciaba la intervención opositora de Fernando García y Enrique Krauze, en contra de la campaña electoral del actual presidente, hubo tal barullo hacia el empresario-opinante, que se exhibió intolerancia y embates cuasi fanáticos en redes electrónicas, hacia Krauze.

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Entonces escribí, como lector de lo circulante en el espacio público: Krauze ya hizo historia. No estoy harto ni interesado en leer sobre y en contra de él, porque lo percibo como un viejo influencer. Lo es, pese a ser empresario y director de Letras Libres.

En su defensa ronda su obra crítica, desde Democracia sin adjetivos hasta “Un mesías tropical” –incluido en El pueblo soy yo, pasando por Siglo de caudillos, Las biografías del poder, el casi imprescindible La presidencia imperial (cfr. La Herencia de Jorge G. Castañeda).

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Ataques y defensas indicaron que el otrora historiador es un actor atendido en el espacio público. Considero que es orgánico y no (Cfr: Jorge G. Castañeda, Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer); es empresario que convive y conviene con las administraciones del Estado. Es intelectual y no; es escritor con revista propia.
Escribe light y no; sus propuestas continúan siendo Emerson, Ortega y Gasset, Berlin… Vaya, sus viejos estilos de modelizar la historia y el análisis político.

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Considero: en una democracia republicana y en una monarquía absoluta, la crítica, cualquier crítica, siempre está presente. Sirve para exhibir las labores de los políticos con migas de poder y al opositor -con o sin poder-.

Ahora rememoro, en cada sexenio mexicano concurre un sainete similar, el presidente y sus agentes se exasperan y generan periodistas adversos, columnistas incómodos y opinantes que, al disentir de la hegemonía, se erigen –e incluso los convierten- en los críticos del régimen.

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Viene a cuento lo anterior, porque la editorial Debate tiene en circulación Crítica al poder presidencial, 1982-2021 del precitado Enrique Krauze. La publicación apareció en el meridiano del sexenio del actual presidente de la República; el autor pretende hacer corte y balance.

El contenido no es una novedad, son “ensayos” donde Krauze analiza y opina sobre las acciones presidenciales, en un arco temporal de 40 años, de José López Portillo a Andrés Manuel López Obrador.

Asume, él como “intelectual”, que su perspectiva es el liberalismo (“limitar el poder del Estado mediante leyes, instituciones, garantías y libertades plasmadas en la letra de la Constitución, pero incumplidas en la práctica”).

En el prólogo hace una especie de genealogía de su intervención pública como opinante y crítico. Por primera vez expresa la presencia de “sectores” diferentes, opuestos, divergentes, “porque no todos leímos aquellos hechos dramáticos con el mismo lente”.
Mantiene la zodiacal metodología de “las generaciones”. Sitúa como punto de partida la movilización estudiantil de 1968 (rebelión contra el poder) y de ejemplo suyo a Daniel Cosío Villegas. Su oposición y crítica fue y es “a un gobierno autoritario, un régimen antidemocrático y un presidente cegado por el odio”.

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En su visión de dos, los otros, respecto de su sector liberal, son los que sostenían “superada a la Revolución mexicana, pero no tenían empacho de vivir a expensas del Estado que decía representarla. Su ideario dominó los ámbitos universitarios por varias décadas y ha llegado a nuestros días… no tuvieron un líder visible”.

De Cosío Villegas, como gurú de su sector, recuerda las colaboraciones publicadas en el Excélsior de Julio Scherer y el libro El estilo personal de gobernar (Joaquín Mortiz, 1974), que dan cuenta de un presidencialismo legal y extralegal (cfr. El presidencialismo mexicano, Jorge Carpizo, 1980).

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En el tenor de don Daniel, en la construcción del presidente omnisciente y todo-poderoso, Krauze señala: “la convicción muy común de que el presidente de México lo podía todo contribuía a aumentar su poder. La suerte de los mexicanos no dependía de un acuerdo institucional sino de una voluntad personal… Este elemento religioso le parecía lamentable, porque bloqueaba la maduración ciudadana y la construcción institucional. El presidente era el ‘iluminado dispensador de dádivas y favores’. Por eso México no era una república, sino una ‘monarquía absoluta sexenal y hereditaria en línea transversal”.

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En Crítica al poder presidencial, Krauze integró trece viejos y recientes ensayos, como el que oposita a la nacionalización de la banca, en 1982. Vuelve a publicar el clásico “Por una democracia sin adjetivos”. Hace presente lo dicho para De la Madrid, Salinas de Gortari… hasta Peña Nieto y López Obrador, a quien destina “Un gobierno destructor”, de 2020, cuya edición inicial fue en Letras Libres y The New York Review of Books.

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Tres notas de mi parte, a Enrique Krauze, lo atiendo heterodoxamente, le falta hacer autocrítica respecto de sus vínculos con los gobiernos (no lo hace en Spinoza en el parque México).

Siendo un empresario-opinante (vendedor de palabras), le falta reflexionar desde el liberalismo económico sus observaciones, pues quedarse en notar al poder político es tanto como seguir en la configuración y seguimiento en las instituciones, sin considerar los embates a las libertades e igualdades en lo real y concreto de la vida que corresponde vivir a la ciudadanía.

Krauze no hizo adendas a cada texto, para celebrar sus asertos o los equívocos en los que concurrió como opinante directo a los gobernantes.

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Pronto vendrán a vendavales las críticas a López Obrador (se harán en tanto esté en su rancho y ejerciendo su derecho a disentir). De Gracias concurrirá a opinar, tanto como el vociferante Fox Quezada, Calderón y el timorato Peña Nieto, quien acaba de cumplir 58 años.

Cierro: el libro de Krauze es un volumen casi best seller, influyente en sectores lectores que también tienen derecho a opinar.

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