Por Marco Antonio Flores Zavala
Referencias: Xochimilco, Ciudad de México. Viernes 4 de diciembre de 1914, alrededor de la una de la tarde.
Francisco Villa (n. estado de Durango, 36 años, casado –poliamoroso-, líder de la División del Norte) y Emiliano Zapata (n. estado de Morelos, 35 años, casado, jefe del Ejército Libertador del Sur) se reúnen en una casa de la calle Hidalgo.
Es el primer encuentro de los jefes revolucionarios. Firmarán el Pacto de Xochimilco: no ocupar la presidencia; no aliarse con los carrancistas; proyectar otro gobierno, distinto al de Venustiano Carranza.
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Gonzalo Atayde redactó taquigráficamente la conversación.
Los presentes, los más, bebieron coñac, Villa sólo agua.
Vito Alessio Robles señaló que la conversación fue interrumpida por el ruido de una música que tocaba en el corredor de la casa. Los temas fueron el gabinete presidencial; la gorra que usaba Villa y del sombrero de charro que llevaba Zapata, de Pascual Orozco y de cómo el jefe suriano quebró al padre de aquél; de la maldad de los científicos.
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Atayde escribió:
Villa: Son hombres que han dormido en almohadas blanditas [los científicos]. ¿Dónde van a ser amigos del pueblo que toda la vida se la ha pasado de puro sufrimiento?
Zapata: Al contrario, están acostumbrados a ser el azote del pueblo.
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Villa: Con estos hombres [los científicos] no hubiéramos tenido ni progreso, ni bienestar, ni reparto de tierras, sino una tiranía en el país. Porque usted sabe, cuando hay inteligencia y se llega a una tiranía y si es inteligente la tiranía, pues tiene que dominar. Pero la tiranía de estos hombres era una tiranía taruga y eso sería la muerte del país. Carranza es una figura que yo no sé de dónde salió para convertir a la República en una anarquía.
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El profesor zapatista Manuel Palafox. Lo que hicieron en la Ciudad de México no tiene precedente; si hubieran entrado los bárbaros lo hubieran hecho mejor que ellos.
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Villa. Para que ellos (los constitucionalistas) llegaran a México, fue para lo que peleamos nosotros. El único ejército que peleó fue el nuestro. Nunca nos hacían nada, no obstante que tenían guarniciones hasta de mil hombres. Los que por allá pelearon muy duro fueron estos huertistas; llegó a haber batallas donde hubiera poco más de cinco mil muertos.
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Zapata. ¿En Zacatecas?
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Villa. En Torreón también; allí estuvo muy pesado: pelearon como dieciocho mil hombres. En toda la región lagunera peleamos como veintisiete días. Pablo González, que estaba comprometido conmigo para no dejar pasar federales, me dejó pasar once trenes; pero todavía nos corrió la suerte que pudimos con ellos y todavía les tomamos Saltillo y otros puntos, y si acaso se descuida ese Pablo González lo tomamos hasta a él. (Risas).
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Zapata. Yo luego calculé: donde van a esperarse y hacerse fuertes es en Querétaro.
Roque González Garza. Allí esperábamos nosotros la batalla.
Villa. Yo esperaba que por ahí, por el Bajío, hubiera unos seiscientos o setecientos muertos; pero nada: puro correr.
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Villa. En estos días entró Francisco Murguía a un pueblo de por aquí.
El general villista Alfredo Serratos Amador. Zitácuaro. [Serratos fue el responsable para tener lo necesario en el encuentro de los líderes revolucionarios en Xochimilco]
Villa. Pues creo que sí. Sorprendió a la guarnición diciendo que era convencionista y asesinó como a treinta oficiales y jefes y una parte de tropa. Pero yo le cargué tropa por distintas partes…